Acerca de las necesidades emocionales que pueden empujar a este tipo de vínculos, el sexólogo alude al deseo de intimidad y de autenticidad. “Cada vez vemos más difusas y falsas las redes sociales. Si ahí está nuestra pareja, está a merced del uso que puedan hacer el resto de personas con ella con las opiniones que puedan dar. Digamos que de alguna forma nuestra relación puede estar manoseada, en boca de todo el mundo”, dijo.
Los beneficios de mantener la relación en privado
El psicoterapeuta dijo luego: “El mayor beneficio que podemos encontrar en una relación que se construye en un entorno más tranquilo y privado es que el ritmo lo lleva la propia pareja. El vínculo se va cocinando al tiempo que ella quiere, sin injerencias externas”.
Además, se evita caer en comparaciones porque cuando compartimos públicamente, lo hacemos según la expectativa de la recepción de ese mensaje, es decir, adaptamos el mensaje a la persona que lo recibe más que a aquellas interesadas, que son los miembros de la pareja.
Padilla señala que el quiet dating puede ser un arma de doble filo, ya que, por un lado, podría favorecer vínculos más auténticos, por otro, podría generar ambigüedad en la comunicación emocional. En este sentido, si ambos miembros de la pareja entienden de igual forma qué tipo de relación quieren y cómo de pública o privada desean que sea, todo fluirá, pero el problema aparecerá si uno quiere discreción y el otro, no obstante, un altavoz.
De esta manera, cuando quien quiere visibilidad acepta a esa falta de publicaciones, en realidad no estará aceptando, sino resignándose, afirma Padilla, quien señala que ese pequeño deseo no cumplido puede convertirse en molestia o inseguridad si no se habla con la pareja. Además, recuerda que aunque mostrar la relación en redes no es obligatorio, tampoco se tiene por qué considerar trivial, pues responde a necesidades humanas de validación social.