Detalló: “Primero fue en la celda. El encargado de celda nos dijo que nos pusiéramos contra la pared a mi y a los otros dos que estaban conmigo. Nos agarró de la nuca y nos golpeaba la cabeza contra la pared a los tres por igual. Yo no aguanté más la golpiza y me di vuelta para que no me pegaran más. Me agarraron de los testículos y me llevaron a mí solo a la garita de los jefes. Me pusieron cabeza abajo y me pegaron patadas y golpes con los borceguíes”.
Vargas revela un dato hasta aquí totalmente desconocido: “Después de eso me llevaron a Sanidad para ver si tenía marcas. En ese momento no se veían las lesiones pero el enfermero que me revisó no tenía ganas ni de verme. Apenas me levantó la remera. Era petiso, morocho, con barba candado. Ni me revisó y no había médico. Ellos querían sacar el certificado de que yo no tenía nada”.
Vargas creyó que con el paso por la enfermería había concluido la tortura, pero estaba equivocado.
“Volvimos de nuevo a la garita, la del pabellón 10D, el de aislamiento. Ahí el encargado se sacó el cinto y me dijo que me iba a matar. Me ataron y empezaron a pegarme (describiendo puntualmente lo que se ve en el video). No sabía que me filmaban pero supe después que al oficial del teléfono le sacaron el celular en otro pabellón, no sé quién fue”.
La tercera golpiza es la que se vio en el video publicado; pero el calvario no terminaría allí.
El abogado del joven, el penalista Ricardo Sánchez, confirmó a UNO que “después de las torturas le dieron tres días en aislamiento y le abrieron un sumario por inconducta. Volvió luego a su celda por 15 días y finalizado el sumario lo sancionaron con 15 días de aislamiento”.
Vargas les dijo a los jueces que “la celda de aislamiento es una pieza vacía y oscura. No tiene nada ni hay nada, ni un colchón para tirarse ni nada para sentarse. Son las paredes y el piso”.