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Las mujeres que desafiaron el miedo y cerraron el año nadando en Punta Negra

Un grupo de 27 mujeres y tres hombres de entre 60 y 81 años celebró su cierre de temporada con una travesía inédita.

Días atrás, el dique Punta Negra fue escenario de un encuentro tan emotivo como inspirador. Hasta allí llegaron 27 mujeres y tres hombres del programa de natación para adultos mayores de la Municipalidad de Rivadavia, guiados por el profesor Adrián Oliva, para cerrar su temporada de una manera distinta: nadando en aguas abiertas.

Para algunas, era la primera vez que veían el dique. Para otras, la primera vez que se animaban a meter la cabeza debajo del agua. Para todas, un desafío que se transformó en orgullo.

Pocha: “La vida no termina cuando uno se jubila, sigue adelante”

La primera historia es la de Juana Videla, a quien todos conocen como Pocha. A sus 81 años, habló con una lucidez y una ternura que emocionó a todo el equipo: “Hace un tiempo que empecé a ir a la pileta con este programa tan lindo… me encanta. A esta edad hacer estas cosas es muy bueno”.

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Pocha contó que hacía años había dejado la natación, que volvió “con miedo” y que su gran batalla fue vencerlo.

“Me volví otra vez, traté de vencer ese miedo y lo estoy haciendo”. Ella decidió anotarse en la travesía y llamó a su nieto —profesor de educación física— para que la acompañara:

“Me dijo inmediatamente: sí abuela, voy a ir. Estoy tan orgullosa y tan agradecida”. Su mensaje final quedó grabado como uno de los momentos más emocionantes:

“La vida no termina cuando uno se jubila. Hay que seguir adelante. Dios nos da la vida, gracias a Dios”.

POCHA PUNTA NEGRA

Mercedes: “Este es el tiempo nuestro, para disfrutarlo”

Otra de las protagonistas fue Mercedes Ronda, de 67 años, que desde hace ocho años forma parte del grupo: “A veces dejo, después vuelvo, pero es importante hacerlo. Las personas mayores necesitamos un incentivo, algo que te haga moverte y salir de la rutina”.

Ella llegó acompañada por su hija, que pidió permiso en el trabajo para no perderse este momento: “Es una de las primeras veces que hemos salido solas. Es muy gratificante”.

Para Mercedes, nadar es una sensación difícil de describir: “Es una paz… un relajarte… muy estimulante”.

Y dejó un mensaje poderoso para otras mujeres: “Que se animen, que disfruten este tiempo, porque este es el tiempo nuestro. Antes fue una entrega hacia otros; ahora es una entrega hacia nosotras mismas”.

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Silvia: “Después de los 50 y 60 la vida sigue, tenemos nuevas oportunidades”

Silvia Cafarato, de 65 años, también vivió por primera vez la experiencia de nadar en el dique: “Una experiencia muy bonita… después de un año de trabajo del profesor, mujeres que entraban con flota hoy pueden nadar acá”.

Su testimonio resalta algo que se repite en todo el grupo: la amistad y la red de apoyo entre mujeres. “Hemos hecho un grupo hermoso. Nos reunimos en los cumpleaños, en Navidad… eso hace que el grupo sea activo”.

Pero su frase más potente fue esta: “Muchas veces creemos que después de los 50 o 60 ya se acabó la vida, y sin embargo sigue. Tenemos nuevas chances de generar lazos afectivos y de aprender algo nuevo”.

Mabel: “Cuando nado me siento libre, feliz”

A sus 71 años, Mabel Medina también llegó al dique con una mezcla de emoción y sorpresa: “Nunca pensé vivir un momento así. Lo hicimos y estoy muy contenta y agradecida”.

Ella se define aún como aprendiz, pero eso no le impide disfrutarlo: “Cuando nado me siento libre, feliz. Es una terapia. No podés pensar en nada más, solo en lo que estás haciendo”.

Su mensaje final fue una invitación directa a otras mujeres: “Hay que animarse. Hemos hecho muchas cosas en la vida y cumplido muchas obligaciones. Ahora es el tiempo para nosotras”.

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El profesor: “Nunca es tarde. A los 80 también se puede perder el miedo”

El profesor Adrián Oliva, guardavidas y responsable del grupo, fue clave en cada proceso individual.

Contó que cuando comenzaron, muchas mujeres “ni siquiera metían la cabeza debajo del agua”: “Ahora nadan. Y lo más importante: perdieron el miedo. Tenemos una alumna que empezó a nadar a los 81. Eso demuestra que nunca es tarde para nada”.

Valoró especialmente el acompañamiento familiar: “Este fue un trabajo del adulto y de la familia: vinieron hijos, nietos, amigos. Eso era lo que buscábamos”.

Y reconoció algo que distingue al grupo: “El 97% son mujeres. Los hombres todavía no rompen ese esquema de animarse a aprender algo a los 75. Ellas sí. Por eso hoy tengo 27 mujeres que nadan… o por lo menos flotan”.