“Todos pensaron que estaba simulando el chico, había insultos de todos lados. Entró la policía y nos separó. Nuestro masajista y yo, y el profe y masajista de ellos, nos quedamos a ver si podíamos hacerlo reaccionar, pero fue imposible. Después, cuando se recuperó, nos dijo que escuchaba voces y veía sombras, y que intentaba moverse pero que estaba paralizado. Era una conmoción grande”, contó sobre lo que sucedió esa tarde.
Unos días después de lo ocurrido, y ya con el jugador de alta médica y recuperándose del golpe, llegó la reflexión sobre cómo actuar ante semejante agresión. “Para mí es una actitud que no tiene razón de ser. No sé qué le pasó por la cabeza a este muchacho que reaccionó de esa manera, no lo entiendo”, dijo.
Para finalizar, puntualizó en las consecuencias que deberían reflejarse en esta actitud antideportiva del utilero. “Tiene que haber una sanción ejemplificadora para él y para el club. No podés tener un tipo así trabajando y representando una institución deportiva. Un golpe mal dado y capaz que lo podría haber matado al chico. No debería tener acceso al club y mucho menos trabajar en uno, porque no sabés cómo va a reaccionar ante una situación. Esto puede sentar un precedente no solo para el fútbol, sino para otras disciplinas también, porque pasa en todos lados. Hace 20 años que trabajo en esto y siempre sucedió que la gente de afuera insulte a un jugador, pero de adentro del campo de juego, es la primera vez que sucede. Un pibe se la ligó de arriba de un tipo que no tenía nada que hacer dentro de la cancha”, culminó.