“Una falla muy común al empezar a correr está relacionado a las expectativas y a los objetivos que nos ponemos sin mediar un verdadero diagnostico en cómo se está. Por ejemplo, proponerse una frecuencia demasiado alta de salidas o querer salir a correr todos los días, o día por medio, puede ser demasiado para alguien que no lo viene haciendo”, asegura la entrenadora Jesica Fey Bulnes.
Ponerse objetivos muy altos en cuanto al rendimiento esperado es otra situación que puede conducir a una rápida frustración: “tal vez la primera vez queremos salir y correr 3 vueltas a la plaza del barrio, y quizá a los 200mts tenemos que frenar, lo cual sería completamente lógico y necesario. Comenzar con propuestas personales muy altas puede cegarnos el hecho de que estamos cumpliendo el objetivo principal, que es salir a correr y que lo estamos logrando, y no nos va a permitir ver los logros que sí estamos teniendo”.
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“Una muy buena intención puede desvanecerse por el hecho que sentimos que no progresamos o que no pudimos alcanzar nuestras expectativas. Entonces, objetivos muy altos cuando recién se inicia, es un arma de doble filo para los principiantes o para personas que llevaban mucho tiempo sin realizar esta actividad”, agrega la profesora de educación física de ACMÉ.
Zapatillas para correr y ropa técnica
Utilizar ropa adecuada para correr también es clave para evitar frustraciones. Ciertos materiales pueden generar rozaduras o no ser los adecuados para evacuar de forma eficiente la transpiración, produciendo que estemos muy mojados cuando deberíamos estar secos.
Sin embargo, a lo que más atención hay que prestarle es al calzado. Si la zapatilla de correr no es la indicada para nuestra pisada o la amortiguación de la misma no es la que nuestro cuerpo necesita, el resultado final e inevitable serán las constantes y recurrentes lesiones.
“La realidad es que el calzado específico de running puede ser algo que económicamente no esté al alcance de todo el mundo. Pero es importante realizar la actividad con un calzado deportivo, y que no sean las mismas zapatillas que usamos hace 10 años para ir a caminar porque, aunque las hayamos usado con actividades de baja intensidad, es muy probable que estén gastadas y que no puedan cumplir su rol de proteger nuestros pies y cuidar nuestra pisada”, explica Fey Bulnes.
Luego, la entrenadora agregó que “eso nos puede llevar a dolores mientras corremos, molestias que persistan el resto del día, o directamente a una lesión que nos obligue a cortar con la actividad y tener que acudir a una consulta médica”.
Un chequeo médico antes de empezar a correr
Para realizar cualquier actividad deportiva de manera segura, un paso inevitable es realizarse un chequeo médico antes de comenzar. Nuestro cuerpo comenzará a ser exigido de una manera diferente y es fundamental saber si se encuentra preparado para asimilar dicha carga sin que la salud corra riesgos.
“Salir a correr es algo que uno puede hacer por cuenta, aunque lo ideal es hacerlo con un profesional que te guie. Lo que quiero decir es que uno puede salir de su casa y hacer algo tan sencillo como trotar de una esquina a la otra y tener un gesto técnico, bueno o malo, que nos permita avanzar de un punto al otro. Creemos que solos, sin más, podemos ir y hacerlo. La realidad es que si soy una persona que hace mucho que no hace nada, es muy importante que me haga un chequeo médico primero, para saber si mi cuerpo va a poder tolerar ese esfuerzo, tanto a nivel estructural, como del funcionamiento fisiológico”, manifesta la entrenadora.
Someter el cuerpo a un esfuerzo para el cual no está preparado puede ponernos al borde de una situación muy riesgosa: “Una mala experiencia, además de hacer que me aleje de la actividad un tiempo, puede generar un problema de salud mayor, cuando en realidad el running y la actividad física deberían producir bienestar, un mejor rendimiento y sensaciones positivas. Entonces, primero que nada, un chequeo médico”.
“Estos tres errores se comenten juntos más habitualmente de lo que pensamos. Metemos muchos metros, hasta kilómetros, y empezamos a hacerlo cotidianamente porque estamos entusiasmados, quizá sin una alimentación ni un descanso acorde, y sin un diagnóstico previo de nuestra salud general. Encima, usamos un calzado que no es el adecuado. Entonces aparece una lesión o inconveniente físico, eso nos lleva a un parate. Cuando esto se combina lleva a dos caminos: a un tiempo largo de inactividad o un tiempo eterno de inactividad, es decir, el abandono total de la actividad física”, resume Fey Bulnes.