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La nena sanjuanina que desafió un diagnóstico terminal: historia que conmueve al país

Micaela, una niña sanjuanina de 5 años diagnosticada con un tumor inoperable, mostró una recuperación inesperada. Su familia atribuye el avance a un milagro de Carlo Acutis.

En febrero, cuando los médicos pronosticaron el peor escenario, “su hija tiene un tumor inoperable”, la familia González sintió que el mundo se detenía. Micaela, una niña sanjuanina de apenas cinco años, enfrentaba una enfermedad agresiva, sin margen para el optimismo. Los especialistas hablaban de meses, tal vez semanas. Para sus padres, fue un golpe que heló la vida cotidiana.

El impacto inicial dio paso rápidamente a la lucha. Luego del diagnóstico en San Juan, la familia viajó al Hospital Garrahan, donde Micaela comenzó un tratamiento intensivo que combinó radioterapia, corticoides y estudios permanentes. Fueron días de salas de espera interminables, noches sin dormir y una esperanza sostenida casi a pulmón.

Mientras el pronóstico seguía siendo reservado, las semanas empezaron a mostrar una evolución que sorprendió a los especialistas. Micaela no solo toleraba el tratamiento: mejoraba. Y lo hacía de una manera que los médicos calificaron como “inusual”.

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Cuatro meses después, llegó la noticia que la familia nunca imaginó escuchar. Las resonancias indicaron que el tumor, aquel que en julio parecía una masa imposible de intervenir, había reducido su tamaño hasta quedar prácticamente imperceptible. “Se ha eliminado por completo”, relató su madre, Samantha Stephanie Sánchez Hurtado, al regresar a San Juan el 1 de noviembre. La confirmación llegó también desde los médicos del Garrahan.

En paralelo al avance médico, la familia sostuvo su fe en Carlo Acutis, el joven italiano canonizado este año y cuya devoción crece en todo el país. Durante los meses más críticos, recibieron estampa, rosarios y oraciones de cientos de personas. Incluso, según contaron, la reliquia que llegó desde la madre del santo fue un símbolo clave de fortaleza. “Es un milagro muy grande”, aseguró Samantha.

El caso trascendió San Juan y llegó a los medios nacionales, donde se hizo eco de la red de oración que acompañó a Micaela desde distintos puntos de Argentina. En Mendoza, Córdoba, Buenos Aires y la propia provincia, grupos de fieles se unieron bajo una misma intención. El sacerdote Osvaldo Scandura, de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Chacras de Coria, Mendoza, expresó: “Estoy convencido que la intercesión de Carlo ha obrado en ella”.

Hoy, Micaela volvió a su casa, a su escuela, a los juegos y a una rutina que parecía haber quedado suspendida. Terminó sala de cinco rodeada de aplausos y se prepara para iniciar primer grado. Solo tiene algunas restricciones médicas —evitar golpes y controles periódicos—, pero nada que opaque el alivio de verla con la vitalidad recuperada.

“Estamos viviendo otra vez”, sintetizó su mamá, con una mezcla de prudencia y gratitud. Para la familia, la ciencia y la fe se dieron la mano en un momento límite. Para San Juan, la historia de Micaela se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza.