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Una joven improvisó un calentador y se quemó el 50% del cuerpo

Ocurrió en un departamento en Laprida entre Urquiza y Ameghino, en el mismo edificio donde murió la joven de 32 años por Smouldering, en junio pasado.

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El hecho ocurrió cerca de las 22 del martes, en un departamento del edificio La Quebrada, ubicado en Laprida entre Urquiza y Ameghino. Según informó el Ministerio Público Fiscal, Rocío Coria, de 20 años, estaba en el departamento estudiando junto a su novio, y en un momento la joven se fue a la cocina para preparar algo para la cena. El novio contó a los investigadores que vio un fogonazo o llamarada y su novia salió de la cocina con llamas en todo el cuerpo. Él la tiró al suelo e intentó apagar las llamas con una prenda de vestir, a la vez que llamó al 911.

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La chica fue trasladada en ambulancia al hospital Marcial Quiroga, donde fue asistida. Fue diagnosticada con quemaduras tipo B, en el 50% de su cuerpo, siendo las zonas más afectadas, el abdomen, rostro, y extremidades, además de las vías respiratorias. La paciente estaba intubada con pronóstico reservado en la Terapia Intensiva de Quemados.

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Intervino el personal de la Comisaría 4° y de la UFI Delitos Especiales a cargo del fiscal Adolfo Díaz y del ayudante fiscal Emiliano Pugliese.

EL MISMO EDIFICIO DONDE MURIÓ UNA JOVEN EN UN DEPARTAMENTO

El pasado 28 de junio, Gabriela Belén Vargas (32) estaba sola en su departamento, y, según pudo establecer personal de Bomberos, en el análisis provisorio in situ sujeto a pericias científicas, en la vivienda hubo una combustión sin llamas, conocido como “Smouldering”. Este fenómeno fue producido por un horno encendido por varias horas, lo que provocó emanación de gases (monóxido) y temperatura extrema. Esta situación sumada a que, aparentemente, el departamento no estaba ventilado y que la cocina no contaba con campana de salida.

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El informe preliminar determinó que la puerta del horno estaba abierta, así como las 4 llaves de la cocina, por lo que habían estado encendidas para la calefacción del ambiente. El monóxido de carbono, junto a otros gases tóxicos como cianuro, por los distintos artefactos plásticos y de madera que comenzaron a combustionar y derretirse, sumado a la falta de aberturas, generaron un humo tóxico que terminó por consumir el oxígeno del lugar. El extremo de la situación llevó a que finalmente las hornallas y el horno se apagaran al momento de consumirse todo oxígeno en lugar, cortando el gas automáticamente los dispositivos de seguridad de la cocina.