En las últimas horas de este jueves, el nombre de Mario Lugones –titular del Sanatorio Güemes– había crecido con fuerza como el posible sucesor de Russo en Salud. Una segunda candidata era Cecilia Loccisano, también de las filas de Lugones, funcionaria de la cartera y exesposa del exministro macrista Jorge Triaca. Pero finalmente se impuso el nombre de Lugones, que tiene experiencia en la gestión de la medicina privada.
En rigor, en las filas libertarias Lugones era señalado como una suerte de “ministro en las sombras” desde la llegada de Javier Milei a la Presidencia.
El propio gobierno salió a confirmar a Lugones como el próximo ministro de Salud. En un comunicado oficial, destacó su “extensa carrera en el ámbito de la salud”, tanto por haber presidido el Sanatorio Güemes como por ser el creador de la Fundación Güemes, a la que definió como “enfocada en la docencia médica y la investigación clínica”.
Russo es el segundo ministro en dejar el Gabinete nacional. La primera salida fue la de Guillermo Ferraro (Infraestructura) en enero pasado, a 45 días de comenzado el gobierno. A diferencia de la de Russo, la salida de Ferraro fue por un desplazamiento decidido por el presidente Javier Milei. Lo mismo sucedió cuatro meses después, cuando en mayo se registró la salida del jefe de ministros, Nicolás Posse.
Según pudo reconstruir un medio nacional de fuentes al tanto de lo sucedido en las últimas horas, Russo fue personalmente en el atardecer de este jueves a la Casa Rosada, donde informó su decisión al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y al asesor presidencial Santiago Caputo. “Fue todo en buenos términos”, explicaron fuentes oficiales.
De buen trato y perfil bajo, Russo les comunicó la decisión y se retiró de la sede de gobierno pasadas las 20. Luego de eso chateó con el propio Milei. “Quedó todo perfecto, todos entendieron su posición”, completaban sobre la decisión de Russo de correrse en medio de lo que serían diferencias de criterio sobre la gestión sanitaria.
Russo experimentó el desgaste de la administración pública. En abril pasado, con la epidemia de dengue entre las principales preocupaciones sociales, todas las miradas apuntaron hacia las autoridades sanitarias. El faltante de repelente en el área metropolitana de Buenos Aires se extendió por semanas y terminó por exacerbar los ánimos contra el “perfil bajo” de los funcionarios del Ministerio de Salud.
La sombra del dengue volvió a asomar en los últimos días y según dejaron trascender desde las filas libertarias, estuvo detrás de su salida. Un tuit con una denuncia del exministro de Salud Daniel Gollán sobre el reparto de vacunas llamó la atención en el Gobierno. “El pacto de la milanesa entre Milei y Jorge Macri, además de regalarle la coparticipación a CABA, incluía darle vacunas contra el dengue a la ciudad más rica del país, dejando de lado a las demás”, afirmó el diputado kirchnerista.
El tuit habría puesto de manifiesto, según decían importantes fuentes libertarias, una situación que en el gobierno desconocían y habrían sumado diferencias entre Russo y la Casa Rosada.