El jugador de 35 años, actual número 401 del ranking y ex 55° del mundo, atraviesa así uno de los momentos más difíciles de su extensa trayectoria profesional. En una carta pública, Bagnis expresó su desconcierto y su decisión de colaborar plenamente con la investigación: “La noticia me tomó completamente por sorpresa. Desde el primer momento estoy colaborando con la ITIA de manera total y transparente. Decidí aceptar voluntariamente la suspensión provisoria para dedicar toda mi atención a este proceso y demostrar que no tengo nada que esconder”. En el mismo texto, el rosarino dejó entrever que su defensa apunta a una posible contaminación cruzada.
Bagnis, que este año había vuelto a competir tras una lesión de rodilla que casi lo lleva al retiro, insistió en su inocencia y agradeció el apoyo recibido: “Nunca tomaría conscientemente algo prohibido. Tengo plena confianza en que la verdad va a salir a la luz con un desenlace justo”.
El tenista, con 17 títulos en el circuito Challenger y finalista ATP en Santiago 2021 y Córdoba 2024, se mostró confiado en que podrá esclarecer lo ocurrido con la ayuda de su equipo médico y legal. La ITIA, por su parte, continuará con la investigación hasta emitir un fallo definitivo, en el que se computará el tiempo de suspensión ya cumplido.
Conocido por su compromiso dentro y fuera de la cancha, Bagnis siempre fue una voz respetada en el circuito. Más allá de su carrera profesional, lidera una escuela de tenis adaptado en Armstrong y fue crítico del sistema que dificulta la supervivencia de los jugadores fuera del top 100.
Ahora, en medio de una situación inesperada y dolorosa, el santafesino enfrenta un proceso que pondrá a prueba no solo su reputación deportiva, sino también los valores que lo convirtieron en uno de los referentes más respetados del tenis argentino contemporáneo.