Está la posibilidad de que se presenten de forma repentina, por ejemplo, después de un infarto, o instalarse lentamente a lo largo de semanas o incluso meses. Algunas veces es el resultado de una hipertensión mal controlada, la enfermedad coronaria crónica, haber sufrido un infarto previamente, una miocardiopatía hereditaria o simplemente el deterioro progresivo de un órgano sometido a un desgaste progresivo durante demasiado tiempo, como ocurre con las valvulopatías (problemas en las válvulas del mismo corazón). El estilo de vida también pesa: el sedentarismo, el tabaquismo y una alimentación des-balanceada juegan un rol clave.
Hoy el corazón ya no espera a los 60. Y esa es una tendencia que nos obliga a revisar nuestras ideas sobre la prevención. Según datos presentados en el Congreso Argentino de Cardiología 2024, 2 de cada 10 infartos que se producen en nuestro país ocurre en personas menores de 45 años. Es una realidad que se vincula especialmente con el tabaquismo y los antecedentes familiares, pero también con otros factores de riesgo que muchas veces pasan inadvertidos.
El estilo de vida actual tiene mucho que ver con este fenómeno. El estrés crónico, el ritmo acelerado, las horas frente a pantallas, la falta de descanso, la mala alimentación y el sedentarismo se volvieron parte del día a día para miles de jóvenes que, aún sin síntomas evidentes, ya presentan señales de alarma.
El corazón no solo late; también avisa. A veces se manifiesta con cansancio persistente, insomnio, palpitaciones o presión arterial elevada. Otras veces, ni siquiera eso. Por eso, uno de los mayores desafíos es empezar a pensar la prevención en edades más tempranas, no como una urgencia, sino como una inversión a largo plazo.
La buena noticia es que no se necesitan grandes cambios para empezar a cuidar el corazón. Hacerse un chequeo clínico anual, incorporar actividad física regular, mantener un plan alimentario saludable, priorizar un descanso adecuado y aprender a gestionar el estrés son pasos simples que pueden tener un impacto profundo.
Cuidar el corazón no es solo evitar un infarto, es tomar decisiones hoy que nos permitan llegar mejor al futuro. Y aunque la enfermedad cardiovascular parece una amenaza lejana para muchas personas jóvenes, la prevención empieza mucho antes de que algo duela.
Adoptar hábitos saludables es la mejor forma de reducir el riesgo de enfermedades cardíacas. La prevención es clave y lo mejor es que nunca es tarde para empezar.