Mamá de Juan Cruz (32), indicó que su hogar es un pequeño refugio aislado del ruido del mundo, en donde halló la serenidad que refleja el proceso de aceptación y autodescubrimiento que atravesó en los últimos años. Silvia, que nació en Paraná y estudió en Santa Fe, cultivó allí una faceta intelectual y creativa a partir de un quiebre emocional.
Silvia recordó la época en la que “sentía un vacío existencial”. La abogada explicó: “Tenía pareja, un hijo sano, un buen trabajo. Llevaba una buena vida. No había razones para estar así. En un viaje viví un ataque de ira y me di cuenta de que necesitaba ayuda. Estaba desequilibrada, me sentía desconectada de mí misma”.
Aquel proceso de autodescubrimiento la llevó a explorar distintas formas de expresión, como la pintura, y a profundizar en su deseo de sanar. En marzo de 2021, Silvia lanzó METTA, terapias contadas por pacientes: un viaje holístico (Editorial Dunken), su primer libro, el cual relata la vida de Emma, una mujer en busca de equilibrio emocional a través de terapias alternativas.
La reinvención
El mundo del contenido erótico llegó de manera inesperada, casi como una consecuencia de esa búsqueda por entender su deseo, a mediados de 2023. Silvia estaba estudiando psicología en Rosario y cada jueves cruzaba el puente que une Victoria con la ciudad para alojarse en el departamento de su sobrina.
Fue ella, junto a un grupo de amigas, quien le comentó la idea, que al principio le pareció tan ajena como vulgar. “Me empezaron a mostrar y yo les dije que me parecía porno. Que no, que cada uno muestra lo que quiere, pero para mí era otro mundo”, indicó.
Sin embargo, una publicación en Instagram en la que compartió un cuadro y decidió aparecer hizo que el algoritmo la sorprendiera. Se fue a dormir y a la mañana siguiente sus seguidores pasaron de 200 a 3000. La gran mayoría eran hombres.
“Me quedé perpleja sobre ese suceso, que me amargó y angustió a la vez. Pensé ‘¿qué hago con esto?’”, recordó. Y lo que hizo fue investigar más sobre el contenido erótico y cómo funcionaba el negocio detrás de estas plataformas para adultos.
“Armamos un estudio en mi casa y me ayudaron a grabar todo el contenido. Fue muy interesante la experiencia. Me enganché mucho con todo esto”, explicó Silvia, que marcó su propio límite desde el comienzo: “Son videos en donde estoy sola con mis juguetes sexuales. Me han ofrecido muchas cosas, pero yo no hago encuentros ni me grabo con hombres o mujeres”.
Para la abogada, lo que comenzó como una curiosidad pronto se convirtió en una forma de autodescubrimiento. “Fue como una liberación, porque en definitiva el deseo es el motor de todo esto”, sostuvo quien decidió escribir otro libro en donde narrará toda su experiencia en el universo erótico, el cual no vende como un mundo color de rosas.
“Tengo una vida hecha y resuelta, mi bienestar no depende de lo que venda en la plataforma. Pero a las chicas jóvenes, si las agarra mal paradas, las arruina. De repente tenés gente metiéndose con tu cuerpo o diciéndote cualquier cosa. Tenés que estar muy segura”, aconsejó.
“A esta altura de mi vida ya no tengo nada que perder. Cuando me separé, una de las angustias existenciales era la sexualidad, porque es necesario descargar la energía sexual. Pero lejos de lo que muchos creen, yo no tengo sexo con personas. Soy emocionalmente vulnerable, así que me cuido horrores de los hombres, porque generalmente una apunta donde no debe”, completó.