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¿Qué es el FOMO y cómo puedo identificar que lo sufro?

El “miedo a perderse experiencias” ha evolucionado a un nuevo trastorno de ansiedad asociado a las redes sociales que provoca el deseo de estar continuamente conectado con lo que están haciendo los demás.

En la era digital, donde la conexión constante está a solo un clic de distancia, surge un fenómeno que se ha arraigado profundamente en nuestra sociedad contemporánea: el FOMO, o "Fear Of Missing Out" en inglés, traducido como el miedo a perderse algo. Este fenómeno, aunque ha sido exacerbado por las redes sociales y la tecnología, tiene raíces que se remontan a la psicología humana y sus necesidades fundamentales de pertenencia y validación.

Orígenes y Evolución del FOMO

Si bien el término "FOMO" puede haber ganado popularidad recientemente, su concepto ha existido desde hace mucho tiempo en diferentes formas. En la década de 1990, el psicólogo Dan Herman lo describió como “una sensación de ansiedad que surge cuando se percibe que otros están disfrutando de experiencias positivas de las cuales uno está ausente”. Desde entonces, la llegada de las redes sociales ha amplificado esta sensación, ya que constantemente estamos expuestos a las actividades y logros de otros a través de plataformas como Instagram, Facebook o TikTok.

Sin embargo, el contenido que se publica en las redes no plasma del todo la realidad, empezando por su infinita cartera de filtros que pretenden embellecerlo todo, pasando por el filtro de los creadores que solo muestran vidas de ensueño y acabando con las altas, y falsas, expectativas de llegar a algo que no es real.

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Esta obsesión por no perderse algo se ha convertido en estar constantemente conectados por conseguir una falsa sensación de pertenencia y de amor por de los seguidores, que suelen ser percibidos como amigos. En estos casos, las personas que sufren esta patología ponen su salud mental al servicio de un algoritmo que, si muestra su contenido y provoca que haya mucha interacción, provoca una sensación de felicidad momentánea; pero, si de lo contrario no lo hace, puede llegar a sumirlos en una ansiedad y angustia terrible que produce una sensación de "no me quieren, no soy suficiente..."

Impacto de las Redes Sociales en el FOMO

Las redes sociales, si bien han revolucionado la forma en que nos comunicamos y compartimos información, también han contribuido en gran medida al aumento del FOMO. La constante exposición de las vidas, aparentemente perfectas, de los demás puede llevar a una comparación constante y a sentir que nuestra propia vida no está a la altura. Los filtros selectivos y la edición cuidadosa de contenido en las redes sociales a menudo pintan una imagen distorsionada de la realidad, exacerbando así los sentimientos de insatisfacción y ansiedad.

En estos casos, aunque cualquier persona puede sufrir esta patología, lo cierto es que hay perfiles de personas que son más vulnerables a padecerla. Por un lado, aquellas personas que tienen una autoestima baja y que en algunas ocasiones se sienten solas. En este caso, el entorno de las redes sociales les aporta un sentimiento de pertenencia a un grupo, un cariño virtual que les hace sentir más seguros de sí mismos publicación tras publicación y que se ve potenciado por los comentarios y me gustas. Por las interacciones en general que reciben de sus seguidores, que les aportan esa falsa sensación de cercanía con sus mensajes y una impresión, equivocada, de "amistad".

Y, por otro lado, se encuentra a un colectivo que empieza a preocupar más: las nuevas generaciones de jóvenes, que no necesariamente tienen una autoestima baja, pero sí dedican gran parte de su tiempo al entorno digital. El FOMO en gente joven puede desencadenar sentimientos de ansiedad, inseguridades o presión social; además de depresión, en algunos casos, y una sensación de desconexión emocional debido a la falta de interacción real y significativa con los demás.

Consecuencias del FOMO

Los efectos del FOMO pueden ser profundos y abrumadores. Desde un aumento en los niveles de estrés y ansiedad hasta una disminución en la autoestima y la satisfacción personal. El impacto negativo del FOMO puede afectar todos los aspectos de la vida de una persona. Además, puede llevar a comportamientos compulsivos, como el exceso de uso de redes sociales, la búsqueda constante de validación externa y la incapacidad para desconectar.

El FOMO es un fenómeno que afecta a muchos jóvenes en la actualidad. El excesivo uso de redes sociales y la comparación constante con los demás puede llevar a una insatisfacción crónica. Además, puede interferir en las relaciones interpersonales y en el rendimiento académico. Es importante que los jóvenes aprendan a manejar el FOMO, estableciendo límites en el uso de las redes sociales y enfocándose en sus propias metas y logros.

El experto en redes sociales y Marketing Online de la Universidad Internacional de La Rioja, Fernando Checa, recomienda marcarse unos tiempos de utilización de la tecnología, sobre todo en Instagram o Twitter. Apagar el teléfono de vez en cuando, eliminarse las aplicaciones que suponen un mayor vicio o limitar el tiempo en la propia app son algunos consejos efectivos.

Según Checa, el trastorno se complica cuando una persona no puede permanecer desconectada entre 1 y 3 días. “En este momento es cuando se debe solicitar ayuda de un profesional de la psicología, ya que quedarse al margen de la tecnología por unos días no tendría que suponer un problema para nadie”, asegura.

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