Ese aparatito con luces que suele vivir escondido detrás de una tele o arriba de un mueble guarda toda la información que necesitás. Entrar a su “cerebro” es más fácil de lo que parece: solo tenés que escribir en tu navegador una dirección como 192.168.0.1 o 192.168.1.1.
Allí se abre el panel del router, el lugar donde podés ver todos los dispositivos conectados a tu red, con nombre, IP y dirección MAC.
Hacelo con calma: repasá la lista y compará con tus equipos. Celulares, notebooks, Smart TVs, consolas… Si aparece algo que no reconocés (por ejemplo, un “Android-5483” o un “ESP32 Device”), probablemente sea un colado.
Podés bloquearlo desde ahí mismo o, mejor aún, cambiar la contraseña del WiFi para echarlo de forma definitiva.
Un tip útil: renombrá tus dispositivos con nombres claros (“Notebook Gabo”, “TV living”, “Celular Ana”). Así, la próxima vez que revises, vas a saber enseguida si algo no encaja.
Herramientas que te hacen la vida fácil
Si preferís evitar números e IPs, hay apps que escanean tu red y muestran todo en segundos. Fing, WiFi Inspector o Net Analyzer, por ejemplo, te dicen cuántos dispositivos hay conectados y hasta en qué momento se conectaron.
Algunos servicios online incluso detectan configuraciones inseguras o señales de hackeo. Y si sos curioso, podés revisar los registros del router: ahí se ven los horarios de conexión, los intentos fallidos y hasta los nombres de los equipos que intentaron ingresar.
Cómo blindar tu red sin morir en el intento
La seguridad empieza con una contraseña decente. Nada de “12345678” o “internet2024”. Elegí una clave larga, con letras, números y símbolos.
Y no te olvides de cambiar también la contraseña del panel de administración del router, porque si alguien entra ahí, puede hacer desastres.
Otro punto clave: actualizá el firmware del router. Es el “sistema operativo” que lo hace funcionar y, con cada actualización, se tapan agujeros de seguridad.
Usá encriptación WPA2 o WPA3 (las más seguras) y desactivá el WPS, ese botón que prometía conectar rápido pero que también abre puertas a intrusos.
Ah, y cambiá el nombre de tu red (SSID): no pongas “WiFi de Gabo” ni “TP-Link1234”. Cuanto menos reveles, mejor.
Revisar cada tanto la lista de dispositivos conectados debería ser tan normal como mirar el consumo del celular. Y, si compartís la clave con alguien, hacelo con cuidado: una vez que se filtra, cualquiera puede entrar.
Qué hacer si confirmás que te están robando el WiFi
No entres en pánico. Desconectá todo desde el panel (si tu router lo permite) y cambiá la contraseña del WiFi y del panel del router.
Reinicialo, actualizá el firmware y volvé a conectar tus equipos con la nueva clave. Aprovechá para renombrar todo de forma ordenada.
Si tenés una red de invitados activada, desactivala. Es una puerta que a veces queda abierta sin que lo sepas.
Durante los días siguientes, prestá atención: si vuelve a bajar la velocidad o ves dispositivos raros en la lista, alguien podría estar intentando colarse otra vez.
La ubicación del router también importa
Aunque no lo creas, dónde lo pongas puede hacer toda la diferencia.
El router no es un adorno: necesita respirar. Lo ideal es ubicarlo en un punto alto y central de la casa, lejos de paredes gruesas y rincones cerrados.
Evitá ponerlo cerca de microondas, parlantes Bluetooth o teléfonos inalámbricos: todos emiten ondas que interfieren con la señal.
En casas de dos plantas, colocalo en el medio: arriba ni abajo, sino en un punto intermedio.
Y si querés sacarle el máximo provecho, dejalo a la vista. Los routers escondidos detrás del televisor son como cantantes tapados por una cortina: nunca dan su mejor show.
Señales de alerta que no hay que ignorar
Hay síntomas que delatan la intrusión o los problemas de red:
-
La conexión se cae aunque nadie la esté usando.
-
Aparecen equipos desconocidos en la lista.
-
Tus dispositivos se desconectan de golpe.
-
Notás cambios en la configuración que vos no hiciste.
Detectar a tiempo estas señales te ahorra dolores de cabeza y te devuelve algo más valioso que la velocidad: tranquilidad.
En resumen: tu WiFi también necesita atención
Confirmar si alguien roba tu WiFi no requiere ser experto: con una mirada a las luces del router, una visita al panel y algunos ajustes, podés recuperar el control.
Cuidar tu red no es solo cuestión de velocidad; es proteger tus datos, tu privacidad y, de paso, evitar que el vecino vea Netflix a tu costa.
Una buena contraseña, el firmware al día y una ubicación estratégica son los tres pilares del WiFi feliz.
Y si todo eso falla… tal vez sí, esta vez, sea el proveedor.