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El "activista antifeminista" que terminó detenido por un doble femicidio

Desde su agrupación “Varones Unidos”, promovía teorías de victimización masculina, despreciaba las políticas de género y difundía contenidos misóginos bajo la apariencia de “defensa de los derechos del hombre”.

El doble femicidio que estremeció a Córdoba este fin de semana no fue un arrebato, sino la consecuencia de un discurso de odio que Pablo Laurta, el principal acusado, venía construyendo desde hace años.

En abril de 2018, durante una entrevista con Radio Contenidos en el Anexo del Palacio Legislativo de Uruguay, Laurta —por entonces referente del grupo “Varones Unidos”— dejó al descubierto su pensamiento: negacionismo de la violencia de género, victimización masculina y ataques contra el feminismo.

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Nos quitan el derecho a la presunción de inocencia. Los hombres ya no tenemos presunción de inocencia, con solamente una denuncia ya empezamos a ser castigados por el sistema”, afirmaba con tono desafiante.

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Aseguraba que las leyes de protección a la mujer eran “una herramienta de persecución ideológica”, y que el Estado ejercía “discriminación” contra los varones.

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Contra el feminismo, el movimiento LGBT y las políticas públicas

En esa misma entrevista, Laurta arremetió contra lo que denominaba “la ideología de género y los lobbies LGBT”. Sostenía que existía una conspiración “articulada por organismos internacionales y partidos políticos” para “subordinar al hombre” y “destruir la familia tradicional”.

Su discurso encajaba en la narrativa que “Varones Unidos” amplificaba en redes: una mezcla de resentimiento, pseudociencia y manipulación emocional, donde el feminismo era el enemigo y las víctimas, siempre, los varones.

Como ejemplo de “discriminación estatal”, relató el caso de un padre en situación de calle que, según él, no recibió asistencia del Mides “por ser hombre”. “Si hubiera sido una mujer con su hijo, tendría refugio. Pero al ser padre soltero, no hay solución”, insistía.

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“Varones Unidos”: el laboratorio del odio

El sitio web de “Varones Unidos”, donde Laurta figuraba como uno de sus principales voceros, funcionaba como una usina de propaganda antifeminista. Publicaban artículos con títulos como “Consejos para conocer chicas por Instagram” o “Cómo evitar ser un pollerudo”, donde se enseñaba a los hombres a no mostrarse “débiles” frente a las mujeres.

“Un hombre dedicado a buscar el interés de las mujeres es un baboso, un antisocial”, podía leerse en una de sus notas.

El sitio también publicaba ataques dirigidos a figuras públicas —como Wanda Nara y la abogada Ana Rosenfeld— a quienes acusaban de encarnar la “impunidad femenina” y el “sesgo judicial contra el varón”.

Incluso ofrecían tests de paternidad privados, bajo el lema “Descubre la verdad con seguridad y privacidad”, prometiendo evitar “interferencias ideológicas o feministas”.

De las palabras a la violencia

El discurso de Laurta no se quedó en las redes.

Años después, cuando su expareja Luna Giardina decidió huir de Uruguay con su hijo para escapar de los maltratos, él continuó su campaña de hostigamiento digital.

Creó páginas, lanzó publicaciones y denuncias infundadas, convencido de que era víctima de un sistema que lo “privaba de su hijo”.

El pasado sábado, esa obsesión desembocó en el horror: Laurta asesinó a Luna y a su madre, Mariel Zamudio, en Córdoba, y huyó con su hijo de 5 años, activando el Alerta Sofía. Fue detenido en Entre Ríos, luego de un operativo coordinado que permitió rescatar al niño sano y salvo.

Un patrón que se repite

La trayectoria pública de Pablo Laurta desnuda una conexión entre el discurso misógino en redes y la violencia real contra las mujeres.

Sus propias declaraciones, registradas hace siete años, hoy suenan como un anticipo escalofriante de los hechos: un hombre que se creía víctima del feminismo terminó siendo victimario, arrasando con las vidas de dos mujeres y dejando huérfano a su propio hijo.