Transferencias por error: reclamos, escraches y causas penales en San Juan
Las transferencias equivocadas, las presiones en redes y el uso de cuentas “mula” encendieron alarmas en San Juan. Qué pasa si te depositan dinero por error, cuándo puede haber delito y qué dicen el fiscal que investiga y una abogada penalista.
En San Juan, el movimiento de dinero digital se volvió cotidiano. Billeteras virtuales, alias, CBU y transferencias inmediatas son parte de la vida diaria. Ese cambio acelerado trajo un problema que crece en silencio: transferencias equivocadas que terminan en discusiones, presiones, amenazas y escraches en redes sociales.
Muchas veces el error inicial deriva en conflictos más grandes que mezclan acusaciones públicas, denuncias penales y miedo a ser involucrado en maniobras delictivas.
El fiscal Pablo Martín, a cargo de investigar delitos informáticos, advierte que una práctica cada vez más habitual es la publicación de datos personales para presionar o exponer a alguien. Allí introduce un concepto clave: doxing. Explica que “el doxing es cuando una persona publica datos de otra con la finalidad de exponerla y que sufra asedio o acoso”.
Hoy esa figura no está regulada de manera específica en Argentina y ese vacío legal deja una zona gris. Algunos casos pueden encuadrar en amenazas o coacción, pero no todos encajan y el problema es que la conducta existe, se multiplica y no siempre hay herramientas penales claras para sancionarla.
Qué pasa si recibís una transferencia por error
Una de las consultas más frecuentes es directa y concreta: si te depositan dinero por error y no lo devolvés, qué pasa. El fiscal explica que puede haber una figura relacionada con la apropiación indebida del dinero recibido. En algunos supuestos se trata de un delito leve que incluso puede resolverse con multa.
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Señala que “la persona puede asumir la culpabilidad pagando el máximo de la multa”, aunque el escenario varía según el caso y la conducta de quien recibió el dinero. Lo que parecía un simple error técnico se convierte, en realidad, en un caso jurídico que puede terminar en sede penal.
Las “cuentas mula”: cuando el receptor también queda atrapado
Martín describe un fenómeno que se volvió central en las estafas actuales: las llamadas cuentas “mula”. Son cuentas que se prestan o se venden y que luego se usan para mover dinero proveniente de estafas. Muchas veces el receptor del dinero no es el estafador original, pero su cuenta es utilizada como intermediaria.
En ese marco aparece otra maniobra frecuente: el llamado insistente para pedir la devolución del dinero, pero hacia una tercera cuenta distinta de la que envió la transferencia.
El fiscal advierte: “te dicen que se equivocaron y te pasan otra cuenta para devolverlo, y ahí te convierten en parte de la cadena delictiva”. Por eso la recomendación es clara y contundente: si se devuelve, se devuelve solamente a la cuenta de origen y nunca a un tercero, y ante la duda, no responder, bloquear y hacer la consulta formal.
Ignorancia deliberada y promesas de ganancias imposibles
Otro punto que subraya el fiscal es la falta de criterio al operar en entornos digitales. Habla de “ignorancia medio deliberada” cuando se aceptan propuestas que prometen rentabilidades irreales o ganancias inmediatas.
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La gente cree en ofrecimientos que anuncian rendimientos diarios en dólares que no existen en ninguna inversión legítima y esos escenarios se convierten en la puerta de entrada a estafas masivas. Para Martín, la digitalización avanzó más rápido que la educación financiera y esa brecha explica buena parte del aumento de denuncias.
La mirada de la abogada penalista: cómo reclamar la devolución del dinero
En el plano jurídico, la abogada penalista Filomena Noriega explica que existen herramientas legales para reclamar cuando alguien transfiere por error y quien recibe el dinero no lo devuelve. Señala la acción por enriquecimiento sin causa, que requiere demostrar que el pago fue injustificado, que existió un error y que la persona se rehúsa a restituir el monto. Advierte que cuando se intima al receptor y aun así no devuelve el dinero, “estamos frente a una estafa por apropiación de cosa ajena”.
También detalla que el camino suele incluir primero intentos de contacto, luego reclamo en la plataforma bancaria, envío de carta documento y, si no hay respuesta, la denuncia penal correspondiente.
El límite del escrache y la exposición pública
La abogada también marca una frontera importante: escrachar no es inocuo. La publicación de nombres, domicilios, fotografías de viviendas o datos personales puede derivar en causas por calumnias, injurias o violación de datos personales.
La exposición pública en redes, aun cuando la persona se sienta damnificada, puede terminar abriendo otro frente judicial. Por eso insiste en priorizar canales formales y evitar la justicia por mano propia en plataformas digitales.
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Por eso sugiere un camino inverso al escrache:
contactar a la persona
pedir devolución formal
reclamar ante banco o plataforma
intimar legalmente
recién después, denunciar
Responsabilidad digital y menos violencia en redes
Recibir dinero por error no es delito; no devolverlo puede serlo. Exponer públicamente a una persona también puede terminar en una causa. Y vender o prestar cuentas bancarias implica riesgos penales concretos. A eso se suma un componente educativo: la necesidad de entender que el dinero digital exige cuidado, verificación de alias y desconfianza ante promesas de ganancias imposibles. Como resume el fiscal, “esto requiere responsabilidad: no existen los rendimientos mágicos y todos los días tenemos denuncias por creer en ellos”.
La digitalización del dinero avanzó más rápido que la costumbre y que la ley. En el medio, quedaron usuarios confundidos, gente expuesta en redes, estafadores organizados y un sistema judicial que intenta dar respuestas. La clave, coinciden quienes investigan y quienes litigan, parece estar en algo simple pero urgente: transferir con atención, no exponer a nadie en redes y acudir a la Justicia antes que a los escraches.