La deducción forzosa es que las tituló así para que pasaran desapercibidas, pero esta hipótesis se cae a pedazos porque el teléfono tiene nada más y nada menos que 1.600 videos cargados cuyo contenido tiene de todo, pero además de las torturas, contiene imágenes y material editado de cómo los penitenciarios se divierten y la pasan “bomba” en horario de trabajo con bromas pesadas.
En la carpeta “Tonterías” había tres videos: el del joven de 19 años, William Vargas, mientras era torturado por los penitenciarios, esposado y atado a una reja; el de un joven de edad similar que es golpeado por dos guardias en una sala, video breve porque los uniformados cierran la puerta rápidamente, y el restante, que no ha sido publicado, también tiene que ver con vejámenes y transcurre de la siguiente manera: un preso de un pabellón le pide fuego al guardia porque quiere fumar, le grita dos o tres veces: “Fuego”, entonces el guardia abre la mirilla y le lanza una letal llamarada, dos y tres veces, que por poco no le queman la cara al reo.
Se deduce, por la imagen, que el penitenciario acerca el encendedor a la mirilla y dispara un aerosol inflamable que provoca la llama. Hasta ahí parte de las “tonterías” guardadas en el teléfono.
Pornografía y obscenidadDespués está la mayor parte del material que es de consumo personal y está vinculado con imágenes de sexo explícito y, finalmente, están los videos en los que los guardiacárceles se divierten.
En uno se ve a un penitenciario que está durmiendo con la boca entre abierta, el hombre del teléfono filma y otro se acerca al que dormita mientras las risas revelan que se viene una broma de impredecibles dimensiones. Y ciertamente era impredecible porque uno de los guardias, saca su pene y lo pone en la boca del guardia dormido, mientras resuenan las carcajadas del resto.
Otro video, editado con la vocación de un cineasta, anuncia en una placa roja con música de fondo emulando a Crónica TV que hay un motín en Almafuerte. La imagen que sigue es la de una rata muerta disecada con un cigarrillo en la boca, luego dos guardias en el piso están bajo el control amenazante del roedor. La rata dice (no se sabe si por una voz impostada o por otra placa roja): “ De acá no se va nadie hasta que no me traigan al topo Gigio y no liberen al ratón Pérez”.
El uso del roedor (no se sabe si es el mismo) sirve para otra broma pesada inmortalizada en el material fílmico con el mismo teléfono. Esta vez han atado la rata con una tanza larga, se acercan a un guardia que está tomando mate sin que él advierta lo que está por venir. Entonces le tiran la rata encima, sobre los pies, lo que provoca el pánico del penitenciario que suelta el mate que se desparrama en el piso, pero no el termo que lo abre para volcarle el agua hirviendo a la rata.
Una salchicha que simula un pene en la cintura de un de los penitenciario es otro de los videos de entretenimiento filmado en algunas de las cárceles locales. Allí alguien se acerca y dice cosas al respecto, chistes y comentarios que motivan risas y carcajadas.
Todo ese material no será de interés para la fiscalía penal, que es la que tiene el aparato en su poder y que solamente necesita como pruebas los videos de las torturas y los vejámenes, pero quizá si para las autoridades administrativas del Gobierno que les abrieron sumarios administrativos a todos los involucrados, aunque a esta altura la diversión en horario de trabajo es sólo una mancha más en el tigre.
¿Filmaciones casuales o no?Mucho se ha debatido entre los investigadores, periodistas y en general, cuál es el fin de grabar la sesiones de torturas. La primera reacción es que lo evalúan como una perversión más dentro de la conducta violenta y despiadada que los penitenciarios muestran al patear y golpear sin piedad a alguien indefenso y en minoría, sin que se les note una mueca en el rostro.
Sin embargo, no todos piensa así. El presidente de la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados de la Provincia, Ricardo Puga, quien ha trabajado como legislador en el tema carcelario y también fue durante varios años preso político en el penal de Boulogne Sur Mer durante la última dictadura evaluó que la filmación tiene un fin frío, específico y calculador: asegurar el silencio.
Puga aseveró: “No es casualidad que filmen, al contrario, es un modo de garantizar que nadie acá va a hablar, que no van a romper el pacto de silencio, que ninguno de los guardias que están involucrados se animará a revelar lo acontecido”.
Y explicó: “Los tienen filmados, por lo tanto, si alguno habla e involucra a otros él también está involucrados porque está filmado, una prueba suficiente. De ese modo, los códigos corporativos se mantienen firmes y seguros porque todo está documentado”.
Alejandro Ganero - Redacción UNO