El informe médico confirmó la gravedad de las lesiones y determinó que sobrevivió de milagro. En ese momento, Salinas creyó haberla matado. Regresó a la casa y, en un acto tan macabro como desesperado, llamó a su hija mayor para decirle: “Maté a tu madre”. Esa llamada, junto a los testimonios vecinales, fue una de las pruebas más contundentes en su contra.
Durante la investigación, la Policía secuestró el arma blanca, un cuaderno donde el atacante había escrito sobre conflictos con su ex pareja, y el teléfono con el registro de la llamada. Los peritajes genéticos confirmaron la presencia de sangre de ambos en el cuchillo.
Este martes, ante el juez Maximiliano Barbera, Salinas admitió su responsabilidad y firmó un acuerdo de juicio abreviado. Así, evitó el juicio oral y fue condenado a 10 años de prisión efectiva por tentativa de homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género.
La causa fue investigada por la UFI CAVIG, bajo la intervención del fiscal Leonardo Arancibia, quien destacó la brutalidad del ataque y el riesgo real de muerte que sufrió la víctima. El juez Barbera subrayó en la sentencia que el accionar del imputado “atentó directamente contra el bien jurídico más protegido: la vida”.
Raúl Salinas llevaba casi diez meses detenido. Tras la condena, continuará preso en el Servicio Penitenciario Provincial de Chimbas, donde cumplirá la pena impuesta.
La mujer, en tanto, continúa bajo acompañamiento psicológico y con medidas de protección vigentes. Su caso volvió a exponer la crudeza de la violencia machista y la necesidad urgente de sostener las redes de contención y denuncia.