“Lo digo siempre: en 2007 me costó tres partidos acostumbrarme al sonido de la gente, yo hablaba y los demás no me escuchaban”, era una de las frases que Russo repetía una y otra vez para referirse a la Bombonera, uno de los lugares que más amó y en donde más feliz fue.
Sin embargo, la cancha de Boca no será el único lugar donde estarán esparcidas las cenizas del último entrenador en ganar la Copa Libertadores. También se hizo lo mismo en otros tres estadios en donde Miguel fue feliz.
Los otros estadios donde descansará Muigelo
UNO, de Estudiantes de la Plata, donde nació y creció futbolísticamente y jugó 13 años seguidos sería uno de los estadios; el Gigante de Arroyito de Rosario Central, en la que se consagró e incluso tuvo la chance de despedirse de todos los hinchas cuando Boca visitó al Canalla en este campeonato, otro (se hará en el próximo partido de local vs. Platense); también Lanús, uno de los clubes que llevaba en lo más profundo de su corazón y en el que consiguió los ascensos del 90 y 92, en donde ya se esparcieron.
Párrafo aparte para Riquelme y la dirigencia de Boca en este caso, que desde el primer momento se pusieron a disposición de Russo y su familia. Desde el velorio en la Bombonera, en donde miles de hinchas xeneizes y también de otros clubes pudieron despedirlo; hasta la posibilidad de que sus cenizas descansen en el Templo.
Miguel ya está en la Bombonera. Otra vez. Y para siempre.