En Argentina, la legislación prohíbe la importación, comercialización y publicidad de vapeadores. A pesar de esto, adolescentes y jóvenes acceden con facilidad a través de sitios web y redes sociales, lo que preocupa a especialistas en salud pública. Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, el 7% de los adolescentes ya utilizaba estos dispositivos en 2018. Una medición más reciente, realizada en 2023 en escuelas secundarias, elevó ese número a casi el 9%.
Uno de los principales mitos es que los vapeadores pueden servir como estrategia para dejar de fumar. Sin embargo, las evidencias muestran que lejos de reducir el riesgo, lo incrementan: quienes vapean terminan con mayor probabilidad desarrollando adicción al cigarrillo convencional. Esto se explica en gran parte por la nicotina, una sustancia altamente adictiva que impacta directamente en el cerebro y fomenta la dependencia.
Los organismos internacionales de salud alertan que no existe un nivel seguro de exposición al vapeo. Incluso se ha detectado que muchos dispositivos supuestamente libres de nicotina en realidad la contienen. Además, los vapeadores permiten ajustar los niveles de esta sustancia a concentraciones peligrosamente altas, aumentando los riesgos.
Los datos son contundentes: el tabaquismo sigue siendo la principal causa prevenible de enfermedad y muerte en el mundo, con casi 8 millones de fallecimientos cada año, de los cuales alrededor de 45 mil corresponden a Argentina. Frente a este panorama, investigadores y organismos de salud subrayan la importancia de reforzar las medidas de control, limitar la publicidad encubierta en redes sociales y garantizar ambientes libres de humo, tanto de cigarrillo como de vapeadores.