Este domingo muchos indecisos dejarán de serlo, convencidos por el candidato que menos errores cometa en este segundo balotaje de la historia argentina, convirtiéndolo en el próximo presidente.
Por consiguiente, lo que prevalecerá será la voluntad popular en esta instancia electoral que terminará provocando la diferencia por sobre todas las estrategias utilizadas. La participación y el voto en blanco serán más que decisivos. Todo lo demás que suceda camino a la elección serán desafíos contingentes, que probablemente ocurran.
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Mucho se dijo sobre lo que los candidatos tenían que mostrar en este debate presidencial sobre la gobernabilidad de un país que está atravesando una de sus más angustiosas crisis económicas. Lo cierto es que los mismos tienen como misión que primero hay que juntar los votos, luego habrá tiempo para hablar del plan. Ojo que no es un dato menor por cuanto se gane. La situación es tan complicada que hay que empezar a tomar decisiones el lunes posterior a la elección.
Tan solo a una semana de una elección palo a palo donde se juegan más cosas de lo que uno pueda imaginar, los votos de la provincia inviable de Buenos Aires, con su polémico líder a la cabeza, se hacen vitales a las posibilidades de ganar el máximo trofeo por parte de Unión por la Patria. Los escándalos por presunta corrupción, los datos de la pobreza y la inflación galopante no solo no hicieron mella en el resonante triunfo del gobernador que además ganó municipios. Aquí es donde yace el optimismo por parte del candidato oficialista.
No es casualidad la sensación que se tiene con relación al voto en estas ajustadas elecciones para definirlo que es una combinación de absoluta convicción y de descarte. Por eso se ha hecho dificultoso predecirlo.
Está otro dato y proviene del campo de los 10 gobernadores opositores. Si bien empezaron a salir del escondite una vez producida la alianza de Milei con Macri en donde se evidenció las diferencias existentes entre ellos. En principio podemos señalar con cierta certeza que los mismos apuestan a ser oposición del próximo oficialismo, sin dejar de atender su propio juego de cara al 19 de noviembre.
Algunos votarán por Milei, aunque no lo digan en público, mientras otros guardan sus preferencias por Massa. Esto determinara si prevalece la intención de barajar y dar de
vuelta o da comienzo a una etapa de fortalecimiento de los partidos que integran JxC. No está claro tampoco por parte de los gobernadores si se privilegiará la unidad parlamentaria o de garantizarle la gobernabilidad a Milei, manteniendo independencia. Se sabe que hay otros mandatarios electos que descartan de plano cualquier posibilidad de acercamiento al líder libertario en caso de que resulte ganador.
No se descarta que se produzcan sorpresas hasta el mismo día de la elección. El contexto de debilidad que rodea a este proceso electoral, las características con las cuales llegamos al mismo y los atributos de los candidatos, puedan tener incidencias en un sube y baja en vista del 19N. Todavía quedan cosas por ver en esta última semana.
A tan pocos días de una definición crucial para el país, ni Massa ni Milei la tienen atada. Ambos saben que más temprano que tarde deberán dejar las explicaciones de lado para empezar a dar respuestas.