La especialista puso el foco en aspectos del día a día que muchas veces pasan desapercibidos pero son clave en la siniestralidad vial. “Estamos hablando de personas que manejan mientras comen, toman café o mate, incluso cuando las condiciones climáticas no son las mejores”, advirtió. En ese sentido, mencionó que durante el invierno es muy común ver conductores con una tortita o un termo en la mano: “Eso también es una distracción, y una distracción puede costar una vida”.
Pero no solo se trata de lo que se hace mientras se conduce, sino también del estado emocional con el que se maneja. “Una pelea familiar, la presión por llegar a horario, el estrés, la ansiedad o una situación económica complicada... Todo eso también influye. Lo llevamos con nosotros cuando salimos a la calle y eso se refleja en el volante”, explicó.
Para Carrizo, San Juan todavía tiene mucho camino por recorrer en términos de cultura vial. “Vemos conductores que no respetan la distancia, que no respetan los límites de velocidad o que manejan usando el celular. La falta de respeto por las normas básicas es una constante”, aseguró.
En su rol dentro del Poder Judicial, Carrizo no solo se limita a observar estadísticas. Cada caso representa una historia. “No estamos hablando solo de autos rotos o lesiones. Estamos hablando de familias destruidas, de seres queridos que no vuelven”, expresó con tono firme.
El Día de la Seguridad Vial no debería quedarse solo en un recordatorio simbólico, insiste la especialista. “Es una oportunidad para tomar conciencia, pero la educación vial debe ser constante, no una vez al año”, sentenció. Y concluyó con un mensaje claro: “La seguridad vial es una cuestión de vida o muerte. Y está en manos de todos nosotros evitar que una tragedia más ocurra”.