Aunque la escolarización es casi universal hasta los 15 años, las tasas de deserción escolar comienzan a aumentar dramáticamente al llegar a la educación secundaria, especialmente entre los estudiantes de los hogares más pobres. A pesar que el acceso a la educación secundaria ha mejorado en la última década, solo el 45% de los jóvenes del 40% más pobre se gradúa a la edad oficial. Esto indica que, a pesar de los esfuerzos por incrementar la matrícula, las estructuras de apoyo y las condiciones sociales siguen fallando a muchos estudiantes.
“La tasa de matriculación comienza a bajar de manera significativa a partir de los 15 años de edad, y la deserción escolar se acelera entre los más vulnerables. Las tasas de deserción escolar promedian el 15% entre los jóvenes de 17 años y son 3 puntos porcentuales más altas entre los estudiantes en hogares del 40 % más pobre de la población”, precisa el estudio.
Estas brechas se amplifican en los barrios urbanos desfavorecidos. En el Conurbano, por ejemplo, un 31% de los jóvenes de 17 años no asiste a la escuela y el 13% de los estudiantes la había abandonado a los 15 años.
El Banco Mundial destacó que la proporción de población joven es mucho mayor entre los segmentos pobres y vulnerables de la población, por lo que los rezagos educativos en estos grupos suponen una pérdida promedio de capital humano muy importante para Argentina.
A su vez, el estudio, realizado por el equipo que lidera Lourdes Rodríguez-Chamussy, explica que los resultados escolares se relacionan de manera estrecha con el grado de instrucción de los padres y por tanto con la falta de movilidad social. Entre los jóvenes escolarizados que tienen 11 años o más, a medida que aumenta el grado de instrucción de los padres, disminuye el porcentaje de estudiantes que superan la edad que corresponde al nivel (sobreedad).
Aún en este contexto adverso, señalaron que los programas de protección social han contribuido a mejorar un poco la situación: “Existe evidencia de que la AUH ha tenido efectos positivos en la acumulación de capital humano. El programa produjo ligeros aumentos en las tasas de matriculación entre los niños y los estudiantes adolescentes y estos efectos fueron mayores entre los estudiantes de 15 a 17 años. También tuvo efectos positivos en las tasas de permanencia y graduación de los estudiantes”.
Pero advirtieron: “Aunque los mecanismos de protección social son esenciales, el entorno frágil de desequilibrios macroeconómicos y políticas fiscales insostenibles dificulta su efectividad a largo plazo”.
Como recomendación, el organismo propuso “promover la inversión en educación, salud y seguridad de las personas, con un mejor balance en recursos destinados a los niños y adolescentes para frenar la transmisión intergeneracional de la pobreza”.
Por el momento, el gasto de la secretaría de Educación se redujo 56,1% interanual real en septiembre, y en los primeros nueve meses la caída es del 48,6% comparando con el mismo período de 2023. Según detalló un informe de la consultora Analytica, no solo se produjo un fuerte ajuste en lo que respecta a la educación superior sino que también en los niveles inicial, primario y segundario: las transferencias para educación por parte del Gobierno nacional, que representan el 33% de las transferencias totales devengadas a las provincias, tuvieron una caída real interanual del 70,5% en los primeros nueve meses del año.