Cuando se dio cuenta de que algunas personas que salían por las ventanas en los pisos incendiados, sacó la cámara instintivamente y empezó a tomar fotos. Entre esas hizo la conocida como “The Falling Man”.
Nunca se declaró oficialmente la identidad del hombre. Se sabe que la imagen corresponde a la Torre Norte del World Trade Center, y que fue tomada a las 9.41 de la mañana.
No fue posible recuperar ni identificar los cadáveres de las decenas de personas que murieron al verse forzadas a lanzarse al vacío.
En 2005, la vocera de la Oficina del Forense de Nueva York, Ellen Borakove, le dijo al diario The Washington Post que los expertos ya habían agotado todas las posibilidades de la tecnología existente hasta entonces para recuperar e identificar los restos.
Todas las víctimas fueron declaradas muertas por homicidio causado por trauma contundente, excepto los secuestradores asesinos. Los que se vieron forzados a lanzarse al vacío no fueron declarados muertos por suicidio.
Entre las teorías de quién puede ser “el hombre que cae” está Norberto Hernández, chef de la dulcería del restaurante Windows of the World en el piso 106 de la Torre Norte. Miembros de su familia estuvieron de acuerdo inicialmente, pero al examinar la ropa con más detenimiento no se mostraron del todo convencidos.
Tom Junod, periodista de la revista Esquire, fue quien por primera vez, en un artículo publicado en septiembre de 2003, llamó a la foto The Falling Man. Según Junod, se trataba de Jonathan Briley, de 43 años, técnico de audio del mismo restaurante y residente de Mount Vernon, en Nueva York.
Quién era Jonathan Briley y la confusión con el “hombre que cae”
Jonathan Briley trabajaba en el restaurante Ventanas al Mundo. Algunos de sus compañeros de trabajo, al ver las fotografías de Drew, pensaron que podría ser “El hombre que cae”. Era de piel ligeramente oscura. Medía más de seis pies y medio y tenía 43 años. Tenía bigote y pelo corto.
El padre de Briley es un pastor, un hombre que ha entregado toda su vida a la devoción del Señor. Después del 11 de septiembre de 2001, reunió a toda su familia y le pidió a Dios que le dijera dónde estaba su hijo.
El FBI lo llamó. Habían encontrado el cuerpo de su hijo. Milagrosamente, estaba intacto.
El hijo más joven del pastor, Timothy, fue a identificar a su hermano. Lo reconoció por los zapatos: llevaba botas negras altas. Timothy le quitó una y se la llevó a casa como recuerdo.