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Jubilado vs. AstraZeneca: reclama $152 M y desafía la ley de inmunidad

Un jubilado mendocino sacude el tablero: demanda al Estado y a AstraZeneca por $152 millones y pide derribar la ley que blindó a las farmacéuticas durante la pandemia.

Un jubilado de Mendoza encendió una pelea judicial que podría sentar precedente. Reclamó más de $152 millones al Estado argentino y al laboratorio AstraZeneca, tras asegurar que sufrió una trombosis venosa profunda (TVP) como efecto adverso de la vacuna contra el COVID-19.

El caso choca con un muro legal: la Ley 27.573, sancionada en 2020 durante el gobierno de Alberto Fernández, que exime a las farmacéuticas de responsabilidad civil. Esta norma permitió al Ejecutivo firmar contratos confidenciales con cláusulas que impiden demandas directas por efectos secundarios. En su lugar, los damnificados deben acudir al Fondo de Reparación COVID-19, un mecanismo administrativo que ofrece compensaciones limitadas y solo en casos graves y científicamente comprobados.

El demandante —que pudo costear estudios médicos y asesoría legal— exige indemnización por daño físico y moral, gastos médicos, incapacidad permanente, pérdida de oportunidades laborales y recreativas, y daño punitivo como sanción ejemplar contra la farmacéutica. Según la presentación, las secuelas le impiden realizar tareas básicas como operar maquinaria agrícola, practicar deportes o viajar.

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A diferencia de otros afectados, el jubilado logró financiar los costosos peritajes que la ley exige, una norma que coloca toda la carga probatoria sobre la víctima. Además del reclamo económico, la demanda busca impugnar la constitucionalidad de la Ley 27.573, abriendo un debate sobre el derecho a la reparación integral en campañas de vacunación masiva.

El expediente mendocino se suma a antecedentes internacionales: en España, un tribunal de Barcelona reconoció como accidente laboral los efectos adversos que un docente sufrió tras la vacuna de AstraZeneca, un fallo que marcó jurisprudencia europea. En Argentina, hay otras demandas en curso por síndrome de Guillain-Barré y púrpura trombocitopénica.

AstraZeneca ha reconocido la existencia de efectos secundarios raros, como la trombocitopenia trombótica inmune, pero sostiene que los beneficios de la vacunación superan ampliamente los riesgos. El Estado argentino, por su parte, se ampara en el paraguas legal que él mismo creó en plena emergencia sanitaria.

Si la Justicia hace lugar a este reclamo, podría abrir la puerta a una catarata de demandas y redefinir la relación entre ciudadanos, Estado y laboratorios en futuras campañas de salud pública.

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