A partir de ahí, su relato toma otro tono, uno más íntimo y espiritual. “Por un tiempo se acabaron las risas y los años, por un tiempo se detuvo todo y apareció el silencio; comencé a coleccionar horas, como un restaurador de paisajes perdidos”, dijo. Y luego, como si el dolor se volviera lenguaje, explicó cómo aprendió a encontrarla en los pequeños gestos cotidianos: en las risas de sus hijos, en las fotos que parecen cobrar vida, en los recuerdos que vuelven “como la nieve sobre la cordillera”.
En ese duelo silencioso, Benjamín elige hablar de transformación. “Porque estás ahí, aquí, allá y acá. Porque tienes seis y también 19, porque venciste al olvido, porque estás”. La frase encierra el corazón de todo su texto: el tiempo como una dimensión que no borra sino que expande el amor. “Fuiste nieve y te convertiste en río, junto a mis lágrimas regaste los campos del infinito”, agregó, en una de las imágenes más potentes del posteo.
“Camino en medio del otoño, sin miedo, porque tengo tu abrigo”, expresó, dejando entrever que en su vínculo con Blanca hay algo que sigue presente, que no cesa ni se apaga. “Hoy me detengo con el viento a favor y te veo bailar con tu pelo largo”, continuó, imaginándola libre, feliz, eterna. “Aún conservás la mirada de niña que yo conocí”, escribió, como si todavía la viera.
El texto cerró con una imagen poderosa: “Hoy se celebra la vida, tu eternidad, Blanca mi niña que quería volar y que hoy bailas sin parar. Feliz cumpleaños amor, que la música llene el vacío y que la noche sea más brillante que nunca. Te amo por siempre, mi cumpleañera estrella, literal”.