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El mensaje de Gallardo que dejó dudas sobre su futuro en River

Luego del 2-2 ante Boca en la Bombonera, Gallardo se expresó. En el Clásico, River impuso su estilo, pero las falencias defensivas lo complican

"Pensemos en hoy. No pensemos en el martes". El mensaje que Enzo Pérez le bajó a sus compañeros en el calentamiento del superclásico reflejó fielmente la idea del cuerpo técnico de River: a pesar de tener tan solo 72 horas de descanso antes del partido con Palmeiras por la ida de las semifinales de la Copa Libertadores, Marcelo Gallardo optó por utilizar a los 11 posibles titulares. Nueve fueron titulares y dos entraron desde el banco. No hubo margen posible. El contexto, la historia y la definición de la Copa Diego Maradona terminaron siendo tópicos decisivos en la decisión. Y estuvo cerca de llevarse todo: dio vuelta el partido con goles de Federico Girotti, el juvenil inesperado, y Rafael Borré, el goleador del ciclo, pero terminó empatando 2-2 por las distracciones defensivas de siempre.

Girotti tiene 21 años, ocho partidos en primera y tan solo dos goles oficiales. Borré tiene 25 años, es una carta esencial en la estructura millonaria y acumula 46 festejos en 126 partidos, siendo el máximo goleador del ciclo Gallardo. A pesar de sus diferencias, con dos cabezazos certeros al segundo palo del arquero Esteban Andrada le permitieron a River pasar de 0-1 a 2-1 en tan solo tres minutos: Girotti estampó el 1-1 a los 29 minutos de la segunda parte y Borré marcó el segundo a los 32 minutos.

A pesar de que Gallardo había destacado que el partido de anoche era menos importante que el de la Libertadores, el DT apostó fuerte. Jugó con todo y su ADN se expuso de lleno en la Bombonera: control total de la pelota y de los tiempos del partido, conexiones constantes hasta buscar un hueco, explosión con los extremos, paredes y gambetas y un juego punzante de afuera hacia adentro. Según los datos de Opta, tuvo el 71,2% de la posesión y contó con 543 pases (contra 221), pero remató solo dos veces más: 12 (cinco a puerta) contra 10 (cinco a puerta).

Todo podría haber sido diferente si Borré marcaba la clarísima ocasión de gol que tuvo a los dos minutos de juego en un remate que despejó el arquero Esteban Andrada. Pero la pelota no entró y el 1-0 de Ramón Ábila a los 10 minutos (con desatenciones de Lucas Beltrán y los defensores centrales Robert Rojas y Paulo Díaz) transformó el partido. Un equipo decidido a buscar el empate y otro comprometido al máximo para sostener el resultado.

Dentro de esa necesidad, a River le costó encontrar paciencia y le faltó determinación para poder lastimar a Boca. Y los ingresos de Ignacio Fernández y Matías Suárez (las únicas dos cartas guardadas entraron), más los de Girotti y Cristian Ferreira (por Javier Pinola y Jorge Carrascal), le dieron un empujón necesario para quebrar el marcador. Y todo se potenció tras la expulsión de Jorman Campuzano a falta de media hora para el final.

Las apariciones de Girotti y Borré parecían determinantes. Dos cabezazos soñados y necesarios. Y cuando todo se encaminaba hacia una victoria justificada, una nueva distracción en el fondo, uno de los grandes problemas del equipo, le impidió llevarse tres puntos cruciales: Rojas salió lejos a marcar a Tevez y le concedió todo el terreno a Sebastián Villa para sentenciar el 2-2 cuando faltaban cinco para el final.

El empate, en la previa, no era un escenario apático. Pero River puso todo. Y la sensación es que se llevó demasiado poco. Pudo ganar, empató y ahora tendrá que jugarse todo en la Copa Libertadores tras un esfuerzo descomunal.

FUENTE: La Nación