"
San Juan 8 > A un click > sal

No es solo la sal: cuál es el otro enemigo de la presión arterial

Un segundo alimento presente en la dieta diaria puede pasar inadvertido y tener consecuencias igual de graves que la sal.

Durante años, la sal fue considerada el principal enemigo de la presión arterial. Sin embargo, investigaciones recientes señalan que el azúcar, especialmente el añadido, cumple un papel igual o incluso más perjudicial en el desarrollo de la hipertensión.

Según la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, el azúcar está presente de forma natural en frutas, verduras, cereales integrales y lácteos, donde aporta fibra, minerales y otros nutrientes.

Sin embargo, el verdadero riesgo para la salud cardiovascular proviene del consumo excesivo de azúcar añadido, muy habitual en alimentos procesados.

Te puede interesar...

Comprender cómo ambos ingredientes (la sal y el azúcar) afectan la salud cardiovascular es fundamental para prevenir enfermedades crónicas.

¿El exceso de azúcar puede ser más dañino que la sal para la presión arterial?

Aunque tanto el azúcar como la sal participan en funciones metabólicas esenciales, el consumo excesivo de azúcar ejerce un mayor impacto negativo en el organismo. Mientras los azúcares presentes de forma natural en frutas y lácteos aportan nutrientes imprescindibles, los azúcares refinados que abundan en refrescos, comida rápida y productos ultraprocesados no ofrecen beneficios nutricionales.

Un estudio publicado en JAMA Internal Medicine identificó que quienes obtienen entre el 17% y el 21% de sus calorías diarias a partir de azúcar añadido presentan un riesgo un 38% mayor de morir por enfermedad cardiovascular, en comparación con quienes consumen menos del 8%.

“Básicamente, cuanto mayor sea la ingesta de azúcar añadido, mayor será el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas”, señaló el doctor Frank Hu, profesor de nutrición en Harvard. Además, Hu explicó que el consumo excesivo de azúcar sobrecarga el hígado, que lo metaboliza de manera similar al alcohol y transforma el exceso de carbohidratos en grasa, lo que puede desencadenar enfermedad del hígado graso, diabetes y un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas.

El exceso de azúcar en la dieta eleva los niveles de insulina, lo que puede desencadenar resistencia a esta hormona y favorecer el almacenamiento de grasa. Este proceso aumenta el riesgo de obesidad, diabetes tipo dos, enfermedades cardiovasculares e incluso insuficiencia renal.

Algunos estudios documentaron que la fructosa, procesada principalmente por el hígado, puede causar alteraciones metabólicas que elevan el colesterol, provocan hipertensión, enfermedad hepática y síndrome metabólico.

Además, el azúcar puede amplificar los efectos negativos del sodio en la presión arterial. Al aumentar la producción de insulina, los riñones retienen más sodio y agua, lo que favorece el desarrollo de hipertensión.

Cómo reducir el azúcar en sangre

La base para controlar los niveles de azúcar en sangre es optar por carbohidratos complejos, presentes en cereales integrales, frutas y lácteos, y evitar los productos con azúcares añadidos.

La Asociación Americana del Corazón recomienda que las mujeres no superen las seis cucharaditas (24 gramos) de azúcar añadido al día, y los hombres, nueve cucharaditas (36 gramos).

El Dr. Hu advierte que reducir el azúcar añadido no debe llevar a sustituirlo por almidones refinados o alimentos ricos en grasas saturadas y sodio, ya que estos también pueden afectar negativamente la salud cardiovascular.

La lectura atenta de las etiquetas permite identificar aquellos alimentos donde el azúcar figura entre los primeros ingredientes. Realizar actividad física de forma regular, mantener un peso corporal adecuado y reducir el consumo de alimentos ultraprocesados son estrategias eficaces para prevenir los picos de glucosa y el sobrepeso.

Además, conviene prestar atención a bebidas como refrescos, tés azucarados y productos precocinados, que suelen contener grandes cantidades de azúcares ocultos. El control del estrés, dejar de fumar y restringir el consumo de café y alcohol también contribuyen a mantener la presión arterial y la glucosa en valores saludables.

Cuáles son los parámetros de una presión arterial normal

La presión arterial indica la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. Se considera normal cuando la sistólica (el valor más alto) está por debajo de 120 mmHg y la diastólica (el valor más bajo) por debajo de 80 mmHg. Valores iguales o superiores a 140/90 mmHg se clasifican como hipertensión.

Según la Fundación Española del Corazón, el 42,6% de la población española tiene problemas de hipertensión, aunque en muchos casos no está diagnosticada.

Mantener la presión dentro de los límites recomendados disminuye el riesgo de sufrir complicaciones como insuficiencia cardíaca, accidentes cerebrovasculares, daño renal y alteraciones en la visión. Las personas diabéticas presentan una mayor prevalencia de hipertensión, por lo que requieren controles periódicos.

La Escuela de Medicina de Harvard recuerda que la hipertensión suele avanzar sin síntomas ni señales de advertencia, por lo que muchas personas desconocen que la padecen. Realizar controles periódicos es fundamental para detectar y tratar a tiempo cualquier alteración en la presión arterial.

Por qué la sal es peligrosa para la presión arterial

Si bien el consumo moderado de sal es necesario para el buen funcionamiento del cuerpo, un exceso puede provocar retención de líquidos y aumento de la presión arterial. La ingesta recomendada es de 2.300 mg diarios (alrededor de una cucharadita). La mayor parte del sodio proviene de alimentos procesados y comidas de restaurante, que también suelen aportar más calorías y menos nutrientes.

La relación entre sal e hipertensión fue tema de debate. Algunos estudios recientes no encontraron una asociación directa en personas sanas, pero para mayores de 50 años o quienes ya padecen hipertensión, reducir la sal sigue siendo una medida preventiva relevante. El riesgo aumenta cuando el consumo de sal se combina con una dieta rica en azúcares añadidos, lo que potencia los efectos negativos sobre la presión arterial.

En conclusión, tanto el exceso de azúcar como el de sal pueden comprometer la salud cardiovascular, pero el azúcar añadido tiene un impacto más severo y directo en el desarrollo de la hipertensión. Adoptar un estilo de vida saludable, con una dieta equilibrada y actividad física, es la mejor estrategia para mantener la presión arterial bajo control.

FUENTE: Infobae