Morderse las uñas, un hábito denominado onicofagia, está clasificado dentro de los trastornos obsesivos-compulsivos en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. La décima edición de la Clasificación Internacional de las Enfermedades lo incluye dentro de los trastornos emocionales y de comportamiento que comienzan en la infancia o en la adolescencia.
Un artículo de Scientific American afirma que el estrés no es la única razón de los trastornos de compulsión, sino que el aburrimiento y la frustración también pueden desencadenar la necesidad de hacer algo. Este tipo de comportamiento puede ser provocado por una personalidad perfeccionista, aunque “todos la padecen en algún momento de la vida”, aclara la doctora Rosa María Ponce Olivera, dermatóloga y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, el trastorno obsesivo-compulsivo es cuando un individuo tiene “pensamientos, ideas o sensaciones no deseadas (obsesiones) que lo impulsan a hacer algo repetitivamente (compulsiones)”.
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Los comportamientos de este tipo pueden interrumpir las actividades cotidianas y las interacciones personales de una persona. No actuar sobre el comportamiento compulsivo causa más angustia que alivio. En el caso de morderse las uñas compulsivamente, se siente bien y libera el estrés.
Los daños que puede causar en las uñas
La rotura de las uñas, mediante el mordisqueo constante, las va rompiendo de forma no homogénea, deformando su crecimiento. En casos más agresivos, las hemorragias subungueales que se producen pueden llevar a la pérdida total de la uña.
La doctora en Psicología y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, Vanesa Fernández, asegura que es posible dejar ese hábitoo. “Si hemos aprendido a mordérnoslas, podemos aprender a dejar de hacerlo”, confiesa.
Algunos consejos que comparten los expertos, son:
- Evitar los factores que desencadenan el morderse las uñas, como la sobreestimulación.
- Tomar medidas saludables, como mantenerse activo, para controlar el estrés y la ansiedad.
- Mantener las uñas prolijamente recortadas o cuidadas
- Ocupar las manos o la boca con actividades alternativas, como tocar un instrumento musical o mascar chicle
- Aplicar un esmalte de sabor amargo a las uñas para evitar que se muerdan.
En el caso de los chicos, no hay que retarlos, castigarlos, ni mucho menos hacerles sentir vergüenza de su comportamiento, ya que de esta forma solo se aumentará el estrés y con ello la probabilidad de intensificar el hábito. Hay que explicarles las consecuencias de persistir con este hábito, sin alarmarlo.