El día a día en Israel está marcado por la incertidumbre. Las alarmas antiaéreas son parte de la rutina. “Cuando se activa la alarma, si vas en auto o en colectivo, tenés que bajarte, tirarte al piso boca abajo, poner las manos en la nuca y esperar que pase. Después volvés a subir y seguís camino”, explicó. También los lugares de trabajo están preparados para la emergencia. “Cada edificio tiene su refugio. Si suena la alarma, vamos todos ahí, esperamos, y después seguimos trabajando. Así es nuestra vida.”
A pesar del conflicto, los israelíes intentan seguir adelante. “Planeamos nuestras fiestas, nuestras salidas con amigos. Vamos a la playa. Yo vivo a seis cuadras, así que muchas veces estamos tomando mate en la arena y de fondo se escuchan las bombas caer en Gaza”, contó. “Y uno se pregunta cómo puede ser. Pero es así. Es increíble”, reconocío.
Para la sanjuanina, Hamás destruyó lo que se había construido durante años. “Una ciudad donde podían vivir, trabajar, estudiar, con permisos que Israel les daba para venir a este lado, para ganar un poco más… Lo destruyeron todo y lo hicieron de una manera tan sádica”, subrayó. Y recordó una frase que la marcó: “Un periodista dijo: ‘Hamás ha abierto las puertas del infierno’. Y sí, tenía razón. Lo que hicieron fue tan horriblemente cruel que no se puede comparar ni siquiera con el comportamiento de los animales. Porque los animales matan para alimentarse, pero esto fue otra cosa. Ellos destruyeron familias enteras”.
En la siguiente imagen, que envió Celia a este medio, se visualizan edificios que representan el corazón de Tel Aviv. "Todas las noches se escribe cuantos días llevamos de guerra" comentó con tristeza.
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Celia también hizo hincapié en el papel de Irán en el conflicto. “Irán no usa su propio ejército, pero sí a sus terroristas. Son ellos los que financian y sostienen a Hamás, Hezbollah, los hutíes y otros grupos. Son los mismos que atentaron en la AMIA y en la embajada de Israel en Buenos Aires. Y ahora quieren que todos los ciudadanos israelíes terminen debajo del mar. Esa es su idea: empujar a Israel hacia afuera, al Mediterráneo”.
La vida continúa en medio de la tensión. Por el momento, solo se suspendieron las clases para el domingo, y los trabajadores deben esperar las decisiones de sus empleadores. “Esperamos que nos digan si vamos a trabajar o no. Mientras tanto, nos movemos con cuidado”, explicó. En paralelo, la vida sigue su curso. “Nosotros seguimos, porque no se puede vivir paralizados. Pero tampoco olvidamos lo que pasó. Lo que vivimos nos marcó para siempre”.
A pesar de todo, Celia no pierde la gratitud hacia el país que la recibió. “No es bueno hablar mal de un lugar sin haberlo vivido. Nosotros vivimos acá y sabemos cómo son. Israel se defiende. Por eso se llama Ejército de Defensa. Ellos no atacan porque sí. Pero si los provocan, se van a defender”, sostuvo.
Y aunque confiesa que también le duelen los inocentes del otro lado, “no creas que solo miro a los israelíes”, siente que lo ocurrido traspasó todos los límites. “A los pocos días del ataque nos empezamos a enterar lo que habían hecho. Fue tan cruel, tan brutal. Es algo que no vamos a olvidar nunca”.
Con esa mezcla de miedo, resistencia y esperanza, Celia Malki le dió fin a la entrevista diciendo: "estamos en alerta ahora otra vez, puede ser que en unos cuantos minutos tengamos que regresar a los refugios, porque tardan un tiempo" en respuesta a qué tipos de ataque son, respondió que: "a veces son drones y vienen en tandas, tardan 2 horas en llegar . Y si son misiles, 12 minutos" En medio del caos, la incertidumbre y el dolor, su testimonio da cuenta del coraje de quienes eligen vivir, incluso en las condiciones más adversas.
Por Gabriel Rotter