En la historia de la criminología, no existe crimen más aberrante que el infanticidio y mucho más cuando se trata de sus propios hijos. Sabemos de las características de los femicidas, que cometen hechos escalofriantes, -que son inadmisibles en todo aspecto - pero nadie nace con la genética tan modificada como para matar a sangre fría a sus propios hijos. El femicida que se desborda por odio y ataca a la mujer, pero no deja fuera de ese "castigo" a su propia sangre, es el peor. Un criminal con semejante psiquis no sale más de la cárcel, al menos esa es la lógica, no debería salir jamás.
La criminología del caso que se conoció este jueves en San Juan, advierte que este homicida potencial es un psicópata, egocentrista, desbordado de odio. Su principal objetivo es la mujer, pero es tal el desprecio que le tiene que sabe que su muerte no será suficiente para castigarla por resistirse a ser de su propiedad, y por eso, decide hacerle daño a sus propios hijos, para que ella lo vea (lo que se conoce como femicidio vinculado) y luego intenta terminar con su vida.
El intento de suicidio ejecutado por el agresor, es una medida que se repite en algunos casos: el del homicida -suicida, el que cree que tiene una única alternativa, bloquear y terminar con la vida de su víctima y con todo lo que tiene a su alrededor, incluso él mismo que forma parte de su vida.
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Sin embargo, aunque parece sencillo decirlo, no hay análisis criminológico que pueda determinar con precisión cómo funciona su mente. El desprecio por la vida de sus hijos, que son el vínculo engendrado por la relación amorosa entre su mujer (a quien considera un objeto de su propiedad) y él, es tal como para terminar con su vida, porque en su cabeza no nadie merece seguir viviendo. Acabar con los niños es terminar con el vínculo.
Este delito por el momento está siendo investigado bajo la carátula de homicidio agravado en grado de tentativa con la sumatoria del número de víctimas. Esto implican penas de de 10 a 25 años de prisión por cada hecho. Entonces, se presume que la pena que recibiría sería superior a los 30 años.
"Este es un hecho excepcional a nivel mundial. En la criminología, las personas no matan a sus hijos en la mayoría de los casos. Incluso los asesinos seriales (que son considerados como tal cuando el número de víctimas excede a tres) no matar a su propia familia, por lo cual este caso es excepcional", reflexionó un criminólogo allegado al caso, cuya identidad será reservada por este medio.
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Homicidio seguido de suicidio
En este tipo de modus operandi, por lo general el elemento más utilizado es el arma de fuego, lo que prevé en la cabeza del homicida una muerte rápida, perfil del asesino (problemas con el alcohol o las drogas, problemas de violencia, probablemente deprimido, con conflicto en su grupo de apoyo primario, impulsivo. Este tipo de hecho se genera previo a las amenazas, por desencadenantes referidos a los celos o por el rompimiento de relaciones.
En este caso particular, el femicida no tenía antecedentes penales, pero sí de violencia doméstica.
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