“Dado el impacto del accionar de los degenerados fiscales sobre el riesgo país, pedí a @fedesturze que midiera la relación entre el EMBI y el PIB. A la luz de los resultados, si el riesgo país volviera a los niveles que tenían los K, estaríamos perdiendo un tercio del PIB, pasando de USD 600MM a USD 400MM. En definitiva, el chiste de los degenerados fiscales cuesta USD 200MM (esto es, USD 200.000 millones)”, dice inicialmente el posteo de Milei.
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“Al mismo tiempo -prosigue el posteo- si el PIB se lo toma en pesos, el impacto sería de 1/3 del que se observa en dólares. Por ende, esto significa que cuando los degenerados fiscales avanzan el PIB en dólares cae 1/3 por menor actividad y 2/3 por salto en el tipo de cambio real. Por ello, los salarios en dólares se destruyen y la cantidad de pobres e indigentes vuela. Esto es, los degenerados fiscales en su amor a los más pobres, sus acciones sólo los multiplican. La mejor política social es equilibrio fiscal con presión fiscal descendiente y una política monetaria que termine con la inflación. VIVA LA LIBERTAD CARAJO”.
El posteo es una evidencia más de la importancia que el presidente asigna a la baja del riesgo país, que cerró la semana por arriba de los 1.300 puntos, nivel que sigue siendo incompatible con la posibilidad de refinanciar los vencimientos de deuda en dólares del año próximo. Ese es, precisamente, uno de los puntos que destacan muchos economistas profesionales escépticos sobre o abiertamente críticos de la política económica oficial.
No es por cierto el caso de Pablo Quirno, secretario de Finanzas del equipo económico que encabeza Luis Caputo, también destacó por la misma red social elogios de The Economist a Milei como excepción a las tendencias estatistas y proteccionistas. La revista “destaca como excepción el programa de reformas y liberalismo del Presidente @JMilei en contraste con un mundo con mayor participación del Estado y políticas de proteccionismo”, escribió Quirno, e incluyó un pasaje de una nota en que la publicación británica se refiere a la parálisis del proceso de “convergencia” que hasta hace más de un decenio había permitido a países pobres y en desarrollo crecer más rápidamente que los países ricos y achicar la diferencia de PBI e ingresos por habitante y nivel de vida.
Según el pasaje en inglés del artículo del Economist posteado por Quirno “el mayor problema es que las reformas domésticas se han detenido. Con algunas notables excepciones, como los esfuerzos del presidente argentino Javier Milei, los líderes del mundo están más interesados en el control del Estado, la política industrial y el proteccionismo que en los ejemplos de los 90s”.
No es casual, dice la nota, que políticas de ese tipo aumentan el propio poder de quienes las promueven, mientras los índices de libertad económica en el África subsahariana se han estancado mayormente estancado desde mitad de la década pasada y en Sudamérica desde principios de siglo”.
Cabe destacar que en 2023, antes de las elecciones presidenciales, The Economist había publicado un “leader”, esto es, una nota editorial, en el que consideraba que Milei era “un peligro para la democracia argentina”. Además, el mismo artículo citado por Quirno incluye un link a otra nota de la revista, de noviembre de 2023, en la previa a la segunda vuelta de la elección presidencial argentina, en la que refería la difícil elección que tenían que hacer los argentinos. De un lado, presentaba al ganador de la primera vuelta “Sergio Massa, el actual ministro de Finanzas, cuyo gobierno encabeza una gestión con 138% de inflación (el año terminaría con una del 220%) y un bizarro sistema de múltiples tipos de cambio”. Y del otro, a Javier Milei, “un libertario que dice que quiere voltear el sistema, tomando prestadas ideas de Friedrich Hayek, Milton Friedman y otros economistas partidarios del libre mercado”.
Si ganaba Massa, especulaba The Economist, seguiría imprimiendo dinero y tendría muy poco interés en destruir el sistema de patronaje “que vuelve insostenible un crecimiento sostenido”. Y de Milei observaba que no tiene experiencia, tendría poco apoyo en el Congreso e incluso que muchos de sus allegados e incluso de sus asesores “tienen ideas sorprendentemente vagas acerca de lo que la Argentina necesita para mejorar su economía”.