El hallazgo de esta bacteria revolucionó la medicina digestiva y valió el Premio Nobel de Medicina a los doctores Barry Marshall y Robin Warren.
Respecto a la transmisión, si bien no existe una certeza absoluta, se asocia a malas condiciones higiénico-sanitarias y a la transmisión intrafamiliar.
Actualmente, el diagnóstico es sencillo y accesible, mediante estudios no invasivos como el test del aliento, antígenos en materia fecal o a través de biopsias gástricas obtenidas durante una endoscopía digestiva alta.
El tratamiento se considera fundamental incluso en personas sin síntomas, por la clasificación otorgada por la OMS: “El tratamiento no solo está indicado cuando hay síntomas digestivos, sino que también es fundamental en personas sin síntomas, ya que Helicobacter pylori está clasificado por la Organización Mundial de la Salud como un carcinógeno tipo 1, es decir, una causa comprobada de cáncer gástrico”.
En países con alta incidencia de esta enfermedad, como Japón y Corea del Sur, existen políticas de búsqueda activa y tratamiento masivo. En Europa se están impulsando estudios poblacionales que buscan evaluar el impacto de la erradicación del Helicobacter pylori en la prevención del cáncer gástrico.
En Argentina, todavía no existe una política pública específica para la detección y tratamiento de esta bacteria. La falta de una estrategia nacional parte de la “suposición de que el cáncer gástrico es poco frecuente”.
Sin embargo, desde las entidades se destaca que “los argentinos presentan un riesgo intermedio, y debemos considerar además que en áreas como el AMBA conviven comunidades con mayor predisposición (descendientes de asiáticos, latinoamericanos andinos y europeos del este). Un aspecto relevante es que el cáncer gástrico afecta principalmente a personas mayores, y debido al envejecimiento poblacional, se proyecta un aumento de casos en los próximos años”.
Qué es Helicobacter pylori y qué produce la infección
La infección por H. pylori suele adquirirse en la infancia y con los años produce una infección crónica en el estómago, que lesiona las capas protectoras de la superficie gástrica.
En la mayoría de las personas, esa infección puede mantenerse clínicamente en silencio durante toda la vida, pero en una minoría considerable provoca enfermedades gastroduodenales, que incluyen desde gastritis crónica en el 100% de los infectados (con o sin síntomas), dispepsia, úlceras gastroduodenales y, en menor frecuencia, cáncer de estómago.