“El único problema que podrían dar los imanes colocados en nuestros frigoríficos es que manchen o arañen la puerta”, dijeron desde LG a la fuente mencionada. Desde la firma de origen surcoreano explicaron que el incremento de consumo se produce, por ejemplo, al abrir la puerta, si la temperatura exterior es alta, o al meter alimentos calientes.
Representantes de la empresa Bosch coincidieron con esas consideraciones y plantearon un escenario impensado: que los problemas se originen por el peso adicional y no por asuntos vinculados al magnetismo. “Si utiliza solo unos pocos imanes en la puerta de la heladera, no se espera que el dispositivo funcione mal; pueden producirse arañazos en la superficie. Si se colocan tantos imanes en la puerta del frigorífico, que el peso de la puerta aumenta enormemente, se puede acortar la vida útil de las bisagras de la puerta”, indicaron.
“Todo en este mito es falso”, subrayaron desde la empresa española de electricidad Endesa. “La realidad es que los campos magnéticos de estos imanes son tan insignificantes que ni siquiera atraviesan la puerta de la heladera”, concluyeron.
El veredicto es claro: estamos ante un mito sin sustento científico. Por lo demás, sí hay una serie de buenos hábitos para reducir el consumo de las heladeras. Entre ellos, no dejar mucho tiempo la puerta abierta, usar los espacios correspondientes para cada tipo de alimento y no introducir objetos calientes, además de revisar con periodicidad los sellos de las puertas y evitar la acumulación de hielo en el interior. Además, tal como aconsejamos anteriormente en TN Tecno, es absolutamente desaconsejable colocar ese dispositivo cerca del horno o en un sitio donde reciba luz solar directa.
FUENTE: Infobae