Algo así como la metáfora que asegura que, gota a gota, el agua puede perforar una piedra, son los pequeños problemas cotidianos -o mejor dicho, la manera en que las personas los perciben y qué hacen con ellos- los que, a lo largo del tiempo, terminan dañando la salud mental. Es lo que algunos especialistas denominan micro estrés y, según aseguran, suele naturalizarse de tal modo que se pierde noción de su impacto en el bienestar.
Es la acumulación incesante de pequeños eventos inadvertidos, en momentos pasajeros, lo que afecta drásticamente el bienestar. De allí que por tratarse de “mini esfuerzos” para atravesar las contingencias diarias, los expertos lo llaman micro estrés; pero no por el hecho de ser “micro” no tienen un costo enorme a largo plazo.
El cardiólogo Daniel López Rosetti (MN 62540), especialista en medicina del estrés, precisó: “Lo que le pase a usted en la mente le pasa al cuerpo. Por eso es muy importante la percepción y ver la realidad del mejor modo posible para nosotros sentirnos bien. La mayoría de las personas se hacen problema por cuestiones que no lo merecen. Recuerde: no importa lo que sucede sino lo que yo creo que sucede. La realidad es subjetiva”.
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El especialista señaló que “la realidad está compuesta por los hechos interpretados desde nuestros propios procesos psíquicos. Lo que es estresante para Juan no lo es para Pedro. Porque cada uno hace su propia evaluación de la realidad. Quiero decir que esto tiene que ver con la subjetividad en la vida”.
La gran mayoría de las personas puede reconocer y darse cuenta cuando está atravesando una situación de estrés: proviene de desafíos o contratiempos universalmente reconocidos y, a menudo, hay un “factor desencadenante” que es la fuente del mismo. Puede ser causado por un jefe cuyo estado de ánimo diario impregna toda la oficina, por haber sobrevivido a una ola de despidos, o incluso por situaciones felices como una mudanza o la organización de una boda.
Por el contrario, el micro estrés es mucho menos evidente. Es causado por momentos difíciles que son percibidos como un bache en el camino -si es que se lo registra- pero que no afecta el andar. Los micro estrés llegan rápido, y se los suele superar tan fácilmente que apenas se percibe que algo “malo” sucedió.
Tienden a parecer fugaces, fáciles de manejar o demasiado pequeños para lastimar por más de un segundo. E incluso cuando se lo registra, una situación de micro estrés no parece ser de gran impacto en la vida. Puede estar ocasionado por tener que dedicar tiempo extra en el trabajo para terminar un proyecto conjunto cuando la parte propia del trabajo ya fue realizada, o cuando algo cambia repentinamente la logística del día, después de que ya estaba todo organizado para cumplir con la agenda.
El micro estrés puede ser difícil de detectar individualmente, pero acumulativamente tiene un enorme impacto.
El médico psiquiatra y neurólogo Enrique De Rosa (MN 63406) explicó que “es necesario identificar y prevenir las situaciones de micro estrés cotidianas a las que no se les presta atención”.
“Hace ya muchos años que en el área del trauma psíquico hablamos del ‘micro trauma’ por oposición a la idea del ‘gran trauma’ -ahondó el especialista-. La hipótesis preponderante era que existían traumas de gran exposición, difusión y visibilidad, por ejemplo las víctimas de la guerra de una catástrofe, pero también otros menos evidentes a los que se les prestaba menos atención. Hoy sabemos que este proceso termina desencadenando la ‘tortura de la gota/ tortura china’ que no para de horadar”.
Y tras resaltar que “quizás sea simple entender con la metáfora de la gota, de la humedad en la pared, que puede taparse con pintura o antihumedad, pero indefectiblemente el agua, encontrará su punto de salida”, De Rosa analizó: “El agua, el líquido, ha sido desde la antigüedad y varias culturas el símbolo equivalente del alma, de la psique. Ese goteo llegará indefectiblemente a desbordar bajo forma de síntoma que emerge y se manifiesta y que es lo que ya llamaremos de otra forma: fatiga, cansancio, dolores crónicos, ansiedad generalizada, estrés, burnout, trauma, y antes con otros nombres surmenage: neurastenia, ataque de nervios etc”.
Bien sabido es que realizar pequeños cambios en la rutina y costumbres puede ayudar a combatir los síntomas más comunes como el nerviosismo, la fatiga y la irritabilidad.
Coinciden los especialistas que resulta imprescindible promover y buscar prácticas rutinarias para convivir con estas sensaciones que pueden llegar a ser agobiantes. Y recomiendan:
1- Hacer ejercicio. La actividad física es un calmante natural para regular y descargar la tensión acumulada durante la rutina. Al ejercitar, el organismo aumenta la producción de endorfinas y de serotonina, que son neurotransmisores que colaboran para regular el estado de ánimo y que, por ende, las personas se sienten mejor.
2- Descansar bien. En general, las personas piensan en el sueño como un momento secundario del día. Se acuestan a dormir sólo después de cumplir con los compromisos y lo hacen pocas horas en caso de ser necesario. Sin embargo, esto no colabora con el estrés. Lo recomendable, entonces, es priorizar el descanso al igual que otras actividades.
3- Alimentarse de manera saludable. Resulta esencial moderar -lo que no quiere decir eliminar- los alimentos que contienen hidratos de carbono refinados como el pan y el arroz blancos, las papas y las pastas, entre otros. Asimismo, se recomienda reducir el consumo de alcohol y de cafeína ya que pueden alterar el sistema nervioso en algunos casos. De este modo, es conveniente optar por alimentos antiinflamatorios como frutas y verduras ricas en fibra, el pescado, los frutos rojos y las grasas no saturadas. O bien aquellos que son fermentados y contienen bacterias beneficiosas como el yogurt.
4- Sumar suplementos naturales. Pueden ser una sana alternativa para moderar algunos síntomas habituales del estrés como la fatiga y el nerviosismo, relacionados a una alta producción de cortisol, que es la hormona del estrés.
5- Hacer terapia. Más allá de actividades o de suplementos, conversar ante un profesional de la psicología las sensaciones y los malestares que provoca el estrés diario puede ser un paso beneficioso para identificar el origen de esos sentimientos y para hilvanar estrategias que nos ayuden a procesarlos mejor.
La ansiedad o la angustia por un momento de estrés es normal y habitual en la vida cotidiana, pero esto se puede tornar problemático cuando se sostiene en el tiempo. Según había la psicóloga Verónica Rial (MN 20313), miembro del Departamento de Terapia Cognitiva de la Fundación INECO, “algunas emociones y sentimientos normales pueden volverse disfuncionales. Uno puede darse cuenta de ello cuando adquieren una elevada intensidad, persisten prolongadamente o son muy frecuentes. Por lo tanto, cuando lo que nos pasa interfiere con las actividades de la vida diaria, a nivel social, laboral, con nuestros planes y proyectos o en nuestros vínculos, hay que evaluar consultar a un profesional”.
Fuente: Infobae