El día que desapareció Patty Altamirano, su papá -un gendarme que en ese momento tenía domicilio en Barreal - juró encontrarla, y darle una cristiana sepultura, pero no lo logró. Sabían dónde estaba el cuerpo porque Corina, su hermana y un amigo (miembro del Club Andino Italiano), Sergio Bosini, habían subido con Marta Emilia para hacer cumbre en el Cerro de sus sueños, el majestuoso Mercedario, pero nunca pudieron rescatarlo.
El paso del tiempo fue trayendo consigo la desesperación y luego, la desilusión de no lograr dar con su paradero. Para la familia Altamirano todo fue un calvario. Paciencia, otra vez la oportunidad de búsqueda y la resignación final, en diciembre de ese año. "Asumimos que su cuerpo había quedado en la eternidad del Mercedario. Ahí descansaba mi hermana, en el lugar que más amaba", relató en exclusiva para sanjuan8.com, Corina, por primera vez para los medios, 40 años después.
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El final, en un segundo: "Ella era vivaz, valiente"
Las palabras de Corina, estremecen el alma de cualquiera. La sabiduría que le dio la soledad y la experiencia de tener contacto y vida con la montaña la hicieron entender que su hermana estaba donde ella siempre quiso estar. "Era muy joven, pero era muy vivaz, valiente". Por eso iba primera subiendo, porque quería llegar y de alguna manera, su alma quedó arriba durante mucho tiempo.
La travesía había sido iniciada tres días antes de la tragedia, en marzo de 1981 cuando Patty, que tan sólo tenía 20 años en ese momento, y su hermana Corina Altamirano emprendieron el arriesgado objetivo, junto a Sergio Bosini, su compañero de montaña. Ellos anhelaron escalar los 6.700 metros, hasta la cumbre del Cerro Mercedario.
El primer día estuvieron en el paraje Hornadillas, en el destacamento Álvarez Condarco de Gendarmería Nacional. Luego, hicieron pie un poco más arriba hasta alcanzar la zona de hielo, que era de 4.300 metros. "Fuimos con mucho riesgo hasta campamento base, al pie de la pared y el tercer día empezamos a subir. En ese momento las inclemencias del tiempo eran complicadas. No había nevado mucho ese año. Hacía calor y había hielo cristal. La piedra se deshacía y se necesitaba técnica . Nosotros tres íbamos así y habíamos hecho dos tercios de la pared sur; íbamos a dormir en un sitio de la morena para poner las bolsas de dormir. El 28 salíamos a la cumbre. Todo sucedió en cuestión de segundos. Fueron situaciones a las que te exponés. Mi hermana era intrépida, preparada, valiente y joven", su memoria está increíblemente intacta y con su relato preciso es difícil no emocionarse.
"Ella iba 10 metros delante nuestro. Si me preguntás cómo fue . Ella dobló hacia la izquierda para descargar su mochila. Pisó una placa de hielo. No lo sé, pero fue un segundo que ella desapareció de nuestra vida para siempre", a Corina se le estruja la voz cuando lo dice. Pasaron más de 40 años, pero le duele, aunque diga que ya no.
Era el viernes 27 de marzo cuando lo inesperado ocurrió. La joven resbaló y su cuerpo se perdió en la inmensidad de la alta montaña. Corina y Sergio bajaron para encontrarla, porque sabían que había caído y lo lograron. Su cuerpo estaba ahí, a miles de metros de altura. "Bajamos, encontramos el cuerpo boca abajo", relató, entonces.
No podían bajar con ella, así que decidieron continuar el descenso para pedir ayuda. Cuando llegaron y dieron aviso, otro calvario. La policía les secuestró las pertenencias y la cámara de fotos con la que habían fotografiado la escena. Nada de eso recuperaron, "el rollo desapareció", lamentó Corina.
Lo que sí importaba es que ellos sabían perfectamente el lugar donde estaba el cuerpo. El problema fue que esa noche del descenso "nevó como nunca" y su cuerpo quedó enterrado varios metros sobre el manto níveo. "El helicóptero que subió no pudo hacer nada. Decidimos esperar a que el tiempo pase y se produzcan los deshielos", contó. Es por eso que idearon un nuevo ascenso en diciembre. Ese mes, otra contingencia. Otra grieta se abrió y el cuerpo cayó a un precipicio dentro de la inmensidad de la montaña. Nada más se pudo hacer. Desde ese día comenzó el duelo. "Hicimos el duelo de saber que quedaba en la eternidad del Mercedario. Ahora, es como abrir una herida. Pero mis padres, de 71 y 89 años están contentos".
Una llamada de San Juan, 40 años después
Hoy su rutina cambió. Cuando todo parecía haber quedado en el recuerdo, la llamada del fiscal Iván Grassi les sumó un cúmulo de sensaciones, emociones y recuerdos. Un cuerpo sin vida había sido encontrado en la alta montaña, a 5.000 metros de altura. Podría ser su hermana.
Cuando en San Juan se conoció la noticia del hallazgo, que había sido realizado por dos norteamericanos y un argentino, este fin de semana pasado, todos creyeron que se trataba de Andrea Colli, otro andinista buscado, pero desde 2002. "No es Colli, es una mujer", dijo el fiscal y la teoría del supuesto hallazgo se desvaneció. Pero, ¿Quién era la persona hallada? del registro que quedó de aquel entonces en Barreal surgió la nueva hipótesis: podría ser Marta.
"Sentí una conmoción profunda. Emoción y un encuentro de sentires. Por un lado pensé que es una pena que la encontraron, porque ella amaba el cerro y descansaba en paz, pero mis padres están contentos porque quieren cerrar este ciclo en sus vidas", reveló.
Las pertenencias encontradas, las descripciones del cuerpo, la ubicación del hallazgo le brinda casi certezas a la familia de que es ella. Sin embargo, asumen el protocolo sanjuanino: "Queremos ser cuidadosos y respetuosos de las decisiones de la Fiscalía. Están haciendo un trabajo cuidadoso y serio. Nos piden hacer un ADN y estaremos viajando a San Juan mis tres hermanos y yo, en estos días para reconocer su cuerpo y cotejar las muestras de ADN", dijo. Así cerrarán el ciclo, así sus padres lograrán lo que siempre quisieron: despedirla y que descanse en paz.
Corina cuenta que su hermana el sábado 4 de febrero cumpliría años. Esta vez, honrarán su memoria desde otro lugar.
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