Las consecuencias de esta intervención fueron traumantizantes: el niño sufrió años de angustia, burlas en la escuela y serias dificultades para masticar. Además, comenzó a sufrir problemas digestivos, como diarreas prolongadas o constipación, y perdió mucho peso. Su desarrollo social se vio profundamente afectado, y su autoestima se desplomó, lo que llevó a un largo proceso de terapia psicológica. En la escuela, los profesores lo calificaban de “rebelde”, ya que le costaba concentrarse y su rendimiento académico fue notablemente bajo.
El calvario de B. Lucero no terminó ahí. A lo largo de los años, la familia buscó justicia, y en 2022 llegaron a juicio. El perito que intervino en el caso aseguró que solo una pieza debía haberse extraída, mientras que otras 10 estaban completamente sanas. Tras varias pericias y una acusación por negligencia, el juicio resolvió finalmente que ambas profesionales eran culpables, y les dictó una sentencia con tres años de inhabilitación y prisión suspendida de un año y seis meses por lesiones culposas.
A pesar de todos los obstáculos, B. Lucero logró superar la pesadilla. Hoy, ya con sus dientes permanentes, se encuentra en segundo año de la escuela secundaria, juega al rugby y ha logrado reinsertarse socialmente gracias a su continuo apoyo psicológico. Sin embargo, la huella que dejó la cirugía y los años de sufrimiento continúan presentes, ya que perdió una parte fundamental de su infancia.
La causa penal dio un giro inesperado en febrero de 2024, cuando la Corte de Justicia de San Juan resolvió anular el juicio debido a errores técnicos. La decisión llegó después de que los abogados defensores de las odontólogas apelaran a través de un recurso de casación. El tribunal de la Sala Segunda, integrado por Guillermo De Sanctis, Adriana García Nieto y Marcelo Lima, señaló que el fallo original había atribuido erróneamente la coautoría del hecho a ambas imputadas, una figura que no corresponde debido a su carácter no doloso. Por esta y otras razones, el tribunal determinó que el juicio debía repetirse.
Su padre, Martín Lucero, destacó la importancia de no dejar que estas situaciones se repitan y de que los profesionales asuman la responsabilidad por sus errores. Bautista, aunque aún evita hablar sobre el tema, hoy trata de llevar una vida normal al margen de las dificultades que le tocó vivir. Ya cursa el segundo año de la secundaria y volvió al deporte.
Finalmente, se espera que el nuevo juicio tenga una duración de aproximadamente tres días. Además de la demanda penal, las profesionales enfrentan también una demanda civil, cuya resolución quedará a la espera de lo que se determine en este nuevo proceso, que comenzó el pasado lunes.