En 2016, recién iniciada en el deporte, le diagnosticaron cáncer de mama. “Fue muy duro porque no me dejaban hacer deporte de contacto. Pero el fútbol me salvó. Me daba fuerza, me gustaba entrenar, sentirme cansada por correr y no por la medicación”, recuerda, con la serenidad de quien superó la enfermedad, pero no olvida el camino.
Noelia es parte de una generación que empezó jugando “por amor al juego”, sin camisetas, sin vestuarios y sin torneos oficiales organizados por la Liga Sanjuanina. “Gracias a que la AFA incorporó el fútbol femenino, esto empezó a cambiar. Hoy tenemos nuestro espacio dentro del club. Todavía falta, pero va a llegar el momento en que tengamos condiciones reales para ser profesionales del deporte”, asegura.
Su testimonio refleja cómo el fútbol femenino todavía es un acto de rebeldía. “De chica jugaba con varones y no se veía bien. La excusa era que me podía lastimar, pero la verdad es que no querían que estuviéramos ahí”, recuerda. Hoy, comparte equipo con jóvenes a quienes acompaña y de quienes también aprende.
En San Juan, como en casi todo el país, las jugadoras no viven del fútbol. “Ninguna puede dedicarse solo a esto, aunque hay reglas que permiten cobrar un sueldo. Pero todavía no alcanza. Hay muchas deportistas que se lo merecen”, señala con convicción.
En este Día de la Futbolista, Noelia celebra su propia victoria y la de todas esas mujeres que hoy pisan una cancha sabiendo que ya no están solas. “El fútbol me dio una casa, una familia. Y me encanta ser parte del grupo de mujeres que acompaña a las que vienen. Porque esto recién empieza”.
La entrevista completa:
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