La reciente paritaria de los empleados legislativos, firmada por la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel, y el presidente de Diputados, Martín Menem, junto al gremialista Norberto Di Próspero, incluye incrementos del 1,3% para junio, julio y agosto (más un bono de $25.000) y del 1,2% para septiembre, octubre y noviembre (con un bono de $20.000).
Con este acuerdo, el valor del módulo se eleva a $2.554,84, lo que multiplicado por los 4.000 módulos da un total de $10.216.000 en bruto para cada senador.
Polémica por los privilegios
La noticia reavivó la controversia que ya había explotado en junio, cuando las dietas habían trepado a $9,5 millones. En ese momento, bloques como La Libertad Avanza, el PRO y la UCR renunciaron al aumento, mientras que la mayoría del kirchnerismo lo aceptó, con excepciones como Fernando Rejal y Alicia Kirchner (que percibe su jubilación).
Solo la mitad de los senadores presentó notas de renuncia ante Villarruel, quien en aquel entonces firmó un decreto que dejaba en manos de cada legislador la decisión de aceptar o no el incremento.
El contraste más fuerte está en la comparación con los trabajadores del Congreso: mientras un empleado de menor rango percibe alrededor de $653.000, los senadores superarán los $10 millones, una diferencia que se acentúa en un contexto de ajuste y crisis económica.
El trasfondo político
Villarruel había extendido en enero el congelamiento de dietas hasta marzo, pero luego el cuerpo legislativo aprobó la cláusula de enganche que ató sus sueldos a las paritarias del personal. En la práctica, esto blindó sus haberes a cualquier negociación gremial, sin necesidad de un nuevo debate público.
El acuerdo, además, se dio en paralelo a que el Congreso afronta debates de alto voltaje político, donde el oficialismo necesita apoyo para leyes clave. Para la oposición y sectores sociales, el aumento millonario es una señal de desconexión de la dirigencia política respecto de la situación del ciudadano común.
Con este nuevo ajuste, las dietas de los senadores argentinos quedarán muy por encima de las paritarias cerradas en otros gremios estratégicos como camioneros o metalúrgicos. Mientras tanto, la discusión de fondo vuelve a girar en torno a la brecha entre la política y la sociedad, un fantasma recurrente que atraviesa cada crisis argentina.