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Encuentran huellas de pterodáctilos de aproximadamente 100 millones de años

Una iniciativa de conservación llevada a cabo por paleontólogos locales e investigadores del CONICET permitió el rescate de un ictiosaurio, además del monitoreo de restos de un cocodrilo en Vaca Muerta. Por qué es un importante hallazgo en el hemisferio sur

Al cabo de dos intensas jornadas de trabajo, profesionales de Paleontología realizaron el rescate parcial de un reptil marino —de la era de los dinosaurios y llamados popularmente como pterodáctilos— y el monitoreo de restos de un cocodrilo en la localidad de Aguada de Tuco, en la zona norte de la provincia de Neuquén. Según comunicaron las autoridades locales, el hallazgo se concretó en el marco de las acciones que se llevan adelante desde el Ministerio de Desarrollo Humano, Gobiernos Locales y Mujeres para la preservación del patrimonio natural y cultural neuquino.

Bajo la coordinación de los paleontólogos Mateo Gutiérrez, de la dirección de Patrimonio Cultural de la Subsecretaría de Cultura provincial, y Micaela Chaumeil Rodríguez, del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN), en la primera jornada se realizó el rescate parcial de un reptil marino del grupo de los ictiosaurios en la formación Los Molles, cerca del arroyo Chacay Melehue. Estos organismos estaban completamente adaptados a la vida en mar abierto y presentaban un aspecto similar al de los peces o delfines actuales.

Las marcas se encontraron preservadas en rocas de la formación Candeleros del Cretácico Superior de la Cuenca Neuquina, que datan de aproximadamente 100 millones de años. El descubrimiento fue publicado en la revista académica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. “El primero que descubrió que en la localidad de Aguada de Tuco había huellas fósiles de animales vertebrados, principalmente de dinosaurios, fue Pablo Pazos que fue mi director de doctorado. Así fue como esta localidad resultó ser el sitio de estudio de mi tesis doctoral sobre icnología, donde en las primeras campañas comenzamos investigando huellas de dinosaurios saurópodos y terópodos. Pero fue en otro viaje de campo, donde junto a Ignacio Díaz Martínez, quien fue mi codirector de doctorado, y Silvina de Valais, reconocimos la presencia de huellas de pterosaurios”, señaló Arturo Heredia, investigador del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN) y primer autor del artículo.

Las huellas incluyen al menos 21 impresiones aisladas de manos y cuatro de pies. Las de las manos imprimen la marca de tres dedos y muestran una marcada asimetría, mientras que las huellas del pie revelan impresiones de tres dedos y una forma casi rectangular a casi triangular. Luego de compararlas con otras huellas de pterosaurios, encontradas en diferentes partes del mundo, se pudo reconocer que las estudiadas tendrían una morfología que, en principio, sería única en su tipo. Además, se encuentran asociadas a estrechos surcos interpretados como marcas dejadas por las garras de las manos y los pies de los pterosaurios, un detalle poco común en el registro fósil.

“Se trata de un hallazgo de relevancia, teniendo en cuenta que no hay mucho registro de reptiles marinos en esta unidad geológica y este sería el primer registro de ictiosaurios para esta localidad”, explicó Gutiérrez en declaraciones consignadas en el portal de noticias del Gobierno provincial. En este sentido, el paleontólogo explicó que “entre Chos Malal y Andacollo podemos observar rocas de la Formación Los Molles que se depositó en un período de 165 a 180 millones de años y que revela la primera ingresión marina desde el océano Pacífico en la Cuenca Neuquina, dejando capas con fósiles de origen marino”.

Ante este hallazgo, se tomaron muestras de roca para realizar análisis micropaleontológicos que ayudarán a determinar la antigüedad de los restos. “No es raro que se encuentren vértebras y costillas de ictiosaurio en algunas formaciones geológicas marinas de la Cuenca Neuquina, pero la presencia en esta unidad y la posibilidad de que se hallen otros elementos del esqueleto justifica que se realice el rescate del resto del animal que aún se encuentra enterrado”, indicó Chaumeil Rodríguez.

Este estudio representa uno de los pocos registros de huellas de pterosaurios en Sudamérica e incluso del hemisferio sur. En lo que fue el supercontinente de Gondwana, que incluía los actuales territorios de América del Sur, África, Antártida, Australia e India, solo se conocen huellas de pterosaurios en Marruecos y Argentina. Si bien, una posibilidad es que el escaso registro de huellas sea preservacional, es decir, que no se hayan dado las condiciones adecuadas para que se preserven, se cree que lo más probable es que sea una falta de búsqueda para su estudio. “El registro de huesos de pterosaurios es significativamente más abundante y conocido en Argentina y en el resto de Gondwana que el de huellas, por lo que a partir de este tipo de evidencia osteológica ya se tenía una idea de la distribución de estos reptiles voladores. Sin embargo, a diferencia de los restos óseos que al morir pueden ser transportados por un flujo de agua o por otros animales, el registro de huellas tiene la particularidad de no sufrir transporte. De esta manera, las impresiones que suelen preservarse in situ brindan una evidencia más precisa sobre el ambiente en el que vivían”, detalló el investigador.

FUENTE: Infobae