Salir a caminar treinta minutos al día y disfrutar del aire libre en el exterior, en solitario o en buena compañía, es uno de propósitos de salud más fáciles de cumplir y de mantener a lo largo del tiempo.
Es sencillo encontrar excusas, como la falta de tiempo, voluntad o disciplina, para rehuir la práctica de un deporte o el entrenamiento en un gimnasio, pero es difícil hallar una justificación para eludir un paseo, una práctica distendida y agradable, que requiere poco esfuerzo y aporta muchos beneficios a nivel psicológico y físico, a la vez que permite disfrutar del paisaje.
Los especialistas de Clínica Baviera (CB) recomiendan incluir el paseo en nuestra rutina cotidiana, no solo por sus efectos positivos en nuestra salud en general y en nuestro bienestar, también por sus numerosos y poco conocidos efectos para la salud ocular, en la que se especializa este centro médico.
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Salir a pasear reduce el estrés y ayuda a paliar los problemas derivados de la tensión psicológica, algunos de ellos relacionados con la visión, ya que mantener el cuerpo en movimiento puede mejorar e incluso evitar complicaciones como las migrañas con aura visual (dolor de cabeza acompañado de destellos de luz, visión borrosa o puntos ciegos), según CB.
Añaden que las caminatas suaves y relajadas también abren una pausa en el uso continuado y a veces abusivo de pantallas, tanto en casa como en el trabajo, el cual puede generar algunas molestias visuales.
Un saludable encanto
Disfrutar del paisaje y de lo que sucede a nuestro alrededor en la vida real, y desprendernos durante un rato de aquello que nos llega a través de los dispositivos electrónicos, permite dar un descanso a nuestra vista y evitar la fatiga ocular y a la picazón en los ojos, beneficiando la salud visual, según CB.
Los paseos cotidianos en exteriores, en los que se observa lo que hay y sucede alrededor, en el mundo real, contribuyen a ejercitar los ojos sin forzarlos, según el equipo médico de Clínica Baviera. “Mientras pasea y mira objetos, adaptando su vista a las diferentes distancias de forma natural, no fuerza tanto el enfoque. Este pequeño ejercicio ayuda a descansar los ojos y evita molestias como la sequedad ocular”, apuntan.
Por otra parte, tomar sol de forma adecuada y con la debida protección, mientras paseamos, ayuda a mantener unos niveles saludables de vitamina D (la cual se produce en la piel por acción de los rayos solares), de acuerdo con CB. Esto ayuda no solo a fortalecer el sistema inmunológico y a mejorar nuestro estado de ánimo, sino que, además, puede contribuir a la prevención de problemas como la retinopatía diabética o el síndrome del ojo seco, puntualizan.
Dejar de lado el sedentarismo y disfrutar de una actividad física de forma recurrente como son los paseos también ayuda a controlar problemas como la diabetes o equilibrar los niveles de colesterol en el organismo, lo cual puede ser muy positivo para prevenir algunos problemas visuales, especialmente los que afectan la retina y la mácula, según el medio citado.
La caminata es un ejercicio aeróbico y, por esa razón, aporta enormes beneficios a quienes la realizan de una manera frecuente y consistente. Según un estudio de la Universidad de Tennessee, las mujeres que acostumbran caminar a diario presentan con el tiempo menos grasa corporal que aquellas que no lo hacen, y tienen un menor riesgo de sufrir coágulos de sangre.
Y otra investigación publicada en el Journal of the American Dietetic Association concluye que las mujeres que caminan durante nueve horas a la semana tienen un porcentaje de grasa corporal más bajo y una mayor tasa metabólica.
Como lo sugieren las mencionadas investigaciones, caminar también es ideal para bajar de peso, porque genera un gasto energético si se hace regularmente y es ideal para adultos mayores o personas con tendencia al dolor en las articulaciones, ya que al ser una actividad de bajo impacto no ejerce tensión en el cuerpo como correr, saltar o incluso bailar.
Caminar también favorece la tonificación de los músculos de piernas, glúteos y abdominales, mejora la circulación de la sangre y previene las enfermedades cardiovasculares. Así lo corroboraron investigadores de las universidades de Colorado y Tennessee, al hallar que las personas que caminaron entre 1,5 y 3 kilómetros diarios tuvieron un descenso de su presión arterial de casi 11 puntos en 24 semanas. Y los que caminaron media hora al día bajaron el riesgo de sufrir un infarto en un 20 por ciento.
El humor es otro de los aspectos que mejora al realizar esta actividad, porque se libera serotonina y endorfinas. También se ha probado que reduce en un 35 por ciento las probabilidades de morir en los siguientes ocho años respecto aquellos que no pasean; ralentiza el deterioro cognitivo y por consiguiente el riesgo de sufrir alzhéimer, hasta en un 50 por ciento. Caminar permite mejorar la capacidad respiratoria y la oxigenación, por lo que reduce el estrés. Y, como cualquier ejercicio aeróbico, reduce los niveles de cortisol, una hormona que se libera en respuesta a las agresiones externas.