Entre 1918 y 1920 publicó El dulce daño, Irremediablemente y Languidez, recibiendo reconocimientos municipales y nacionales. Más tarde, con Ocre (1925) y Poemas de amor (1927), su poesía se volvió más introspectiva e irónica, y comenzó a incursionar en dramaturgia y teatro para niños. En 1927 estrenó El amo del mundo y en 1931 Dos farsas pirotécnicas en el Teatro Nacional Cervantes.
A partir de 1935, Alfonsina sufrió las consecuencias del cáncer de mama, enfermedad que requirió la extirpación de un seno. La propagación de la enfermedad, los dolores físicos y los efectos sobre su estado emocional marcaron un deterioro progresivo. Rechazó tratamientos invasivos y comenzó a alternar períodos de descanso entre Córdoba y Mar del Plata.
En octubre de 1938, consciente de que su salud no permitiría tratamientos efectivos y en medio de cuadros depresivos, tomó la decisión de viajar sola a Mar del Plata. Antes de partir, despidió a su hijo Alejandro en la estación de Constitución. Según recordó años después, Alejandro tenía 27 años cuando comprendió que no volvería a ver a su madre.
Cartas que revelan su humanidad y su despedida: Durante su breve estadía en Mar del Plata, Alfonsina escribió varias cartas que muestran su estado emocional y su conciencia de la muerte:
“Sueñito mío, corazón mío, sombra de mi alma, he recuperado el sueño, ya es algo. Dormí en el tren toda la noche… lo mental es lo que está todavía débilísimo. ¡Ay mis depresiones! Y qué temor me dan. Pero hay que confiar… Te abraza largo y apretado, Alfonsina”.
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Una segunda carta, escrita con ayuda de su mucama Celinda Abarza, refleja su necesidad de afecto y su fragilidad: “Querido Alejandro: te hago escribir con mi mucama; pues anoche he tenido una pequeña crisis y estoy un poco fatigada, solamente para decirte que te adoro, que a cada momento pienso en ti…”.
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A su amigo Manuel Gálvez, desconocida durante décadas, Alfonsina solicitó que se cuidara de su hijo y dejó instrucciones precisas para su sueldo y su memoria: “Querido Gálvez: estoy muy mal. Por favor, mi hijo tiene un puesto municipal, yo otro. Ruéguele al intendente en mi nombre que lo ascienda acumulándole mi sueldo. Gracias. Adiós. No me olviden. No puedo escribir más. Alfonsina”.
Junto a estas cartas dejó notas sobre la mesa de su habitación, una dirigida al juez donde pedía que nadie fuera culpado por su muerte y otra que simplemente decía: “Me arrojo al mar”
La mañana del 25 de octubre de 1938, Alfonsina se dirigió sola al espigón del Club Argentino de Mujeres, en la playa La Perla, y se arrojó al mar. Su cuerpo fue rescatado, pero la exactitud del lugar solo pudo confirmarse porque uno de sus zapatos quedó atrapado entre los hierros del espigón.
Legado literario y feminista
Su poema Voy a dormir, enviado a La Nación el día de su muerte, inspiró la famosa canción Alfonsina y el mar. Luis Perlotti inmortalizó su figura en un monumento frente a la playa La Perla. Su obra crítica, feminista y moderna, junto a la labor de contemporáneas como Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini y Gabriela Mistral, la consagra como referente del modernismo latinoamericano. Alfonsina Storni no solo escribió sobre el amor y la sensualidad, sino también sobre la injusticia social, la discriminación y la lucha de las mujeres por un lugar en la literatura.