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//Por Bárbara Ardanaz

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El submarino ARA San Juan desapareció el 15 de noviembre de 2017 luego de partir de Ushuaia a la Base Naval de Mar del Plata. En el trayecto, los marinos informaron a las autoridades un desperfecto que lograron subsanar, y luego se perdió todo tipo de contacto con ellos. La ayuda internacional no demoró en llegar, pero hasta el momento, no hay rastros del navío.

Desde hace dos meses, los familiares de los 44 tripulantes de la embarcación viven entre la angustia, la esperanza y la desazón, pero nada los detiene en su lucha diaria de encontrarlos, algunos para darle santa sepultura y otros con la convicción de que están vivos.

Ricardo Gabriel Alfaro Rodríguez (37), suboficial segundo, es uno de los sanjuaninos que forma parte de la tripulación, encargado de la cocina del submarino. Buscando seguir el paso de sus tíos marinos, terminó el secundario y a los 18 años partió a Puerto Belgrano en Punta Alta para cumplir su sueño de pertenecer a la fuerza.

Luisa Rodríguez, su madre, lucha incansablemente desde hace más de 60 días para que sus nietos Tizziano (7) y Camila (16) tengan la posibilidad de saber qué sucedió con su papá.

- ¿Cómo se enteró que el submarino había desaparecido?

- Por un amigo de mi hijo. Fue a casa en la mañana para hacer refacciones y me preguntó si no habían dicho nada del ARA San Juan. Le contesto "no, ¿por qué?", me dice "porque está desaparecido, es donde está Gabriel". "¿Cómo?", le pregunto. "Si, está desaparecido, lo anunciaron en la tele", dijo. Veo las noticias e inmediatamente llamo a mi nuera, ella se estaba por ir a la base porque les dijeron que era una falla de comunicación. Yo desesperada, no aparecían (submarinistas). Saqué pasaje, llegué allá y vi que había gente con cara larga en la Base Naval de Mar del Plata. Hay cosas de ese día que no me acuerdo porque fue como un shock.

- A partir de ese momento fue un peregrinar de San Juan a la Base Naval...

- Si, estuve varios días, vino mi hija de Europa, nos juntamos seis parientes allá y lo mismo sucedió con las otras familias. Fue peregrinar de un lado a otro, para que la gente tome conciencia y que nos escuche el Gobierno, porque nosotros nos sentíamos totalmente desamparados, abandonados, porque los daban por muertos al no encontrarlos. Empezaron a desaparecer las embarcaciones y nosotros nos quedábamos esperando. Los familiares dijimos: "acá hay que dar un giro y poner las cosas en su lugar, como se debe". Así es que con la familia Vallejos lideramos el grupo y recorrimos los teatros que están en temporada.

Hemos enviado carta al Papa con los teléfonos de los familiares y se comprometió a enviarnos un rosario bendecido por él.

Recurrimos al cónsul de Rusia (Jorge Kuznetzov), nos atendió muy bien, hicimos una carta con el pedido al presidente Vladimir Putín para que no se llevara el Yantar, porque iba a estar hasta el 15 de enero. Ya se había retirado el buque de EE.UU. y acá nosotros no tenemos nada, solamente navíos con sonares, que se dedican a la parte científica no son para buscar embarcaciones hundidas. Nos contestó la carta Putín con una respuesta positiva. Después decidimos ir a Puerto Belgrano, donde está el comando de operativos, porque nos dimos cuenta que nos estaban mintiendo desde el principio: las embarcaciones estaban en ese lugar y no zarpaban.

- Una vidente los acompaña y aconseja en la búsqueda...

- Si, hay una señora que nos acompañó desde siempre, una vidente, vio las cartas náuticas y nos dijo que pierden el tiempo porque los tripulantes no están donde los buscan. Ella veía desde el 18 de noviembre al submarino en la plataforma y que estaban vivos. En esa zona nunca buscaron, entonces en Puerto Belgrano pedimos que rastreen allí y decidieron mandar una embarcación, la que suministraba el combustible a los barcos en el talud continental y de vuelta se iba a detener en el lugar a rastrillar. Es una superficie inmensa y lo hicieron sólo en 4 horas, otra vez nos mintieron. Pedimos que rastrillaran por dos días y lo hicieron, pero fueron con el (destructor) Sarandí que tiene un sonar que no es el apropiado para buscar porque puede pasar tres veces por arriba del objeto y no va a detectar si es algo metálico o no.

No bajamos los brazos, seguimos buscando por todos lados, con la ayuda de un montón de gente.



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- ¿Cómo evalúa el accionar de la Armada Argentina?

- Malísima. Las embarcaciones están rotas, las arreglan y vuelven a salir. El submarino nunca se arregló a media vida como dijeron, ya tenía problemas. Una vez se sumergió el ARA San Juan y tuvo que volver a emerger. A muchos no les conviene encontrarlo porque se van a descubrir muchas cosas. Ellos saben dónde está, porque el (buque) Angelescu descubrió un objeto que es similar a la forma de un submarino, inmediatamente lo ve y lo sacan de navegación al navío. Cuando reportaron ese ruido que era de un cardumen, una ballena, eran ellos que golpeaban con cubiertos en la pared del submarino para que los escucharan. No han sido camaradas con nuestros hijos.

Yo amo la Armada, mi familia perteneció a esta fuerza, pero que exista este abandono, es un crimen un asesinato a estos chicos jóvenes, buenos, que tienen familia. No lo perdono. Que la Justicia haga su trabajo con los responsables.

- ¿Lo mismo piensa de la Base Naval de Mar del Plata?

- No, nosotros estamos muy agradecidos de cómo actúan. Por ahí tenemos choques, pero es normal porque estamos ansiosos y los ánimos se caldean, pero siempre han estado con nosotros.

- ¿Cuál es la hipótesis que manejan los familiares sobre el hundimiento del ARA San Juan?

- Un capitán pesquero que trabaja hace 30 años en la zona se fue a ofrecer a la Base, miró las cartas náuticas y dijo que él cree que tienen que haber viajado sumergidos a Mar del Plata y quedó sin fuerza el motor, sin propulsión. Desde la Base quedaron en que se comunicaban con él y nunca lo hicieron, no prosperamos en esa propuesta, necesitábamos el combustible, los víveres y un sonar, con eso era suficiente para localizarlos, pero ellos nunca quisieron.

- ¿Gabriel le manifestó no sentirse seguro en el ARA San Juan?

- No solamente mi hijo, todos, porque ya habían tenido acontecimientos. Una vez se sumergió el submarino y tuvo que volver a superficie. En otro momento se quedaron sin electricidad, ese video está en la Justicia, y con los celulares ellos debían alumbrar para reparar el submarino. Son unas de las tantas cosas que pasaron.

Si sabían en las condiciones que estaba el submarino, ¿por qué el capitán arriesga la vida de 43 personas?. Él sabía que el navío no estaba preparado para ir tan lejos como Usuhaia.

- ¿Cuál es la respuesta que hoy les da la Armada?

- La Base Naval está tomada por los familiares de forma pacífica, para que nos escuchen. Gracias a esto, las cartas y los medios de difusión retomaron la búsqueda.

Después de muchas negativas, logramos que en estos días parta el aviso Islas Malvinas, la embarcación Sarandí -a la cual se le arregló el sonar- y el buque Cabo de Hornos de Chile. Se va a ir al punto que dijo la chica vidente, frente a la Península de Valdez, hacia el este a 350 de la costa. La Armada sabe que están ahí. Van a ir marinos y 4 familiares. Yo viajo en estos días porque he trabajado mucho en la Salud, quiero embarcarme en el Yantar para organizar si están vivos, darles los primeros auxilios con cámaras hiperbáricas.


- Más allá de la presunción de que están vivos, ¿usted qué cree?

- Yo siento que mi hijo está vivo. Lo que no quiero es que se pierda más tiempo porque durante estos dos meses fueron puras excusas para alargar los tiempos. Siento que él está vivo y que si tenemos la suerte de localizarlos inmediatamente, tienen la posibilidad de reencontrarse con nosotros. Sé que ellos son capaces, están preparados para las emergencias. Mi hijo es el que se hace cargo de la tripulación, tiene mucha preparación en supervivencia y él raciona los alimentos y líquidos. Yo sé que él está haciendo eso, no me pregunte cómo, pero lo sé.



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- Pasaron dos meses de la desaparición del submarino, ¿qué la mantiene en esta lucha?

El hecho de encontrarlos con vida a él y al resto de los tripulantes. Y que esto no quede en el olvido, que sirva para que los argentinos seamos más solidarios entre nosotros. Sentimos el abandono de parte de las altas cúpulas hacia el submarino, ninguno de ellos tiene un hijo ahí, solamente un retirado, y no sienten nuestro dolor.

- ¿Usted le habla a su hijo a través del pensamiento o la oración?

- Lo hago con el rezo, la fe que tengo y el pensamiento, porque la mente es muy poderosa y a través de ella podemos comunicarnos. En las noches pienso en él y le mando buenas energías que espere, que ya está la ayuda, las embarcaciones, que hagan ruido, golpeen las paredes del submarino, eso es lo que me mantiene. Nos quieren hacer creer que con una explosión se desapareció y no es así, no creemos esa hipótesis. Creemos en lo que sentimos en el corazón y en lo que nos dijo la vidente.