En cuanto a la percepción estudiantil, la mitad de los alumnos del último año de primaria (53,3%) en San Juan afirma hablar sobre violencia y abuso con alguien de la escuela, mientras que un 15% aún no se siente con la confianza de hacerlo. A nivel nacional, provincias como Misiones (60,1%), Formosa (58,9%), Chaco (57,7%) y Entre Ríos (57,3%) superan ese promedio de diálogo.
“El rol de la escuela como espacio de contención y prevención es fundamental”, explicó Mercedes Sidders, coautora del informe. Sin embargo, advirtió que aún existen muchos casos de violencia de mediana gravedad que no se denuncian por temor a represalias o por el costo emocional que puede significar para los docentes en comunidades pequeñas.
Los especialistas coinciden en que el Estado debe fortalecer las redes de apoyo que rodean a las escuelas. “El sistema educativo necesita estar conectado con servicios como centros de salud, programas sociales o comedores comunitarios para abordar la violencia de forma integral”, agregó Sidders.
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Desde la Universidad Católica de Cuyo, el director del Observatorio de la Convivencia Escolar, Alejandro Castro Santander, apuntó que la violencia en los hogares y el miedo de los niños dificultan la comunicación. “Es urgente que las instituciones educativas se vuelvan más competentes para detectar y gestionar ayuda en estos casos”.
También se destaca la necesidad de aplicar efectivamente la Educación Sexual Integral (ESI), herramienta clave para prevenir el abuso y la violencia. “Tenemos leyes de avanzada, pero el problema surge al momento de aplicarlas. La docencia no está suficientemente capacitada y los protocolos muchas veces no se utilizan”, advirtió la psicóloga María Beatriz Müller.
En este contexto, la escuela no solo debe ser un espacio académico, sino también un refugio. “Los docentes pueden ser esa figura de apoyo que permita a niños y niñas romper el silencio y encontrar una salida”, concluyó Paola Zabala, directora de Comunidad Anti Bullying Argentina.