“Agarré otra vez la moto, no la podía arrancar y me di cuenta que estaba en cuarta. La puse en primera y salí por la costanera hasta la Fábrica de Carburo, donde hay un puente. Ahí estaba la policía, había dos patrulleros, les pregunté si (el nene) había pasado y dijeron que no pasó nadie. Pensé que se había ahogado”, detalló Tito a este medio.
“Me agaché y me asomé por el canal –prosigue- y lo vi, venía medio lejos. Le pregunté a los policías si tenían una linga pero me dijeron que no tenían nada”, dijo. Pero esto no frenó su instinto de salvar a esa criatura que a los gritos pedía que lo rescataran mientras la corriente se lo llevaba y lo dejaba poco a poco sin fuerzas para luchar.
“A la orilla del canal había un basurero, y ahí encontré un alambre acerado y una goma de parabrisas. Lo tomé y até el alambre en una espina a la orilla del canal y la otra parte me lo até en la cintura. Bajé un poco, aunque un policía me decía que no lo hiciera, casi toqué el agua y lo esperé. El niño se hundía y salía y me decía “por favor, sácame”. Le tiré la goma que tenía en mi mano y cuando la iba a agarrar, se hundió, tocó la goma y siguió, pasando unas paredes con alambres dientes de tiburón”. Todo parecía obstaculizar cada uno de sus intentos, pero Tito no se iba a quedar sumido en la frustración y dejar abandonado a su suerte al nene.
Sin dudarlo, se puso en pie y otra vez lo intentó. “Me salí del canal y empecé a correr, salté el alambrado pasando a la Fábrica, no sé cómo lo hice, mide como 3 metros el alambrado. El nene iba gritando y llorando del otro lado del canal y antes de llegar a las compuertas pasé por un puentecito que lo crucé corriendo y me tiré al piso en la orilla. Lo agarré de su mano derecha y se me estaba soltando, me dijo “por favor no me soltés, quiero vivir la vida” y yo le dije “tranquilízate que no te voy a soltar”. Ahí hice el envión y lo agarré con la mano izquierda y el pantalón con la derecha, pero no lo podía sacar, estaba muy pesado. Detrás de mí apareció mi sobrino, que no lo había visto. Entre los dos lo sacamos”, contó ya con cierto alivio luego de la tensión de recordar esos momentos de horros vividos.
“El nene me agarraba las manos y no me soltaba, me agradecía. Estaba tiritando, tenía mucho frío y le di mi remera y le saqué la suya mojada”, dijo y agregó: “Le miraba los ojitos, tenía toda una vida por delante”.
A los pocos minutos llegaron los efectivos y lo trasladaron al hospital Marcial Quiroga, donde lo atendieron en el Servicio de Urgencias y lograron estabilizarlo.
“Esa noche no podía dormir, se me venían esas imágenes a la cabeza, si hubiese pasado lo peor”, contó. Y agregó: “La gente en el puente gritaba, no sabía qué hacer. Me salí del canal y no sé cómo lo hice. Tenía las manos lastimadas, pero no sentía nada”. Tito no titubeó ni un instante en hacer todo lo que estuviera a su alcance para intentar rescatar al chico que tenía toda su fe puesta en él, en ese chico que podía ser su hijo.
Tito contó que el nene de 14 años no se tiró al canal, sino que iba caminando por la orilla junto a un amigo y unos perros de la zona salieron a atacarlos, incluso uno de ellos llegó a lastimarlo. El nene se iba haciendo para atrás sin advertir la cercanía de canal y en ese momento se tropezó y se cayó al agua.
Hoy Tito y el nene pueden contar lo que sucedió, con lo doloroso que fue atravesar todo eso, pero con la certeza de que ese pequeño tendrá la oportunidad de “vivir la vida” por la que luchó.