El clamor de la tierra se suma en este concierto de gritos que quieren que les prestemos atención. Nos están diciendo “aquí estoy, mirame, escuchame”. Me acordaba de una enseñanza de Francisco: “María quiere parir un mundo nuevo, donde todos seamos hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras sociedades, donde resplandezcan la justicia y la paz”. (FT 278)
Hoy estamos comenzando en todas las Diócesis del mundo el Jubileo del año 2025, con el lema “Peregrinos de la Esperanza”. Un tiempo de conversión y fiesta simultáneamente. Me conmovió ver las imágenes del Papa Francisco abriendo la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en su silla de ruedas, golpeando para que le abran. Desde su fragilidad nos toma de la mano y nos introduce en un tiempo de gracia particular. Así está llamando Jesús ante nuestro corazón.
El Documento formal de convocatoria al Jubileo se denomina “Bula”, y Francisco la ha titulado en latín “Spes non confundit”, que significa “la esperanza no quedará defraudada”, frase tomada de la Carta de San Pablo a los Romanos 5, 5. El Santo Padre nos recuerda que “la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús” (Bula n 5).
En esto arraiga la certeza de la esperanza cristiana. Caminamos con un rumbo, una meta. El camino no siempre es apacible y llano. Nos toca experimentar lo arduo. Incluso el peso de los problemas y dolores que enfrentamos. Caminamos juntos, compartimos la vida.
Es deseo del Santo Padre que durante el Jubileo se promuevan gestos de cercanía y consuelo con quienes más sufren a causa del hambre, la pobreza, la exclusión y todo tipo de dolor.
Por eso hemos establecido en San Juan conceder la Indulgencia Plenaria a quienes realicen una peregrinación al encuentro de Cristo presente en quienes se hallan en situaciones de pobreza y exclusión (cfr. Mt 25, 34–36) y visiten por un tiempo adecuado a los enfermos, encarcelados, ancianos en soledad, casas de recuperación de adictos a las drogas o al juego, personas con discapacidad. También a quienes participen en obras de misericordia corporales o espirituales, así como a quienes participen de cualquier actividad misionera. A su vez, hay algunos Templos a los cuales peregrinar para alcanzar la gracia jubilar.
Embed - Esperanza sin palabras vacías -Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo
Mañana, 30 de diciembre se cumplen 20 años del incendio en Cromañón. Murieron 194 personas, la mayoría jóvenes. Una consigna se fue instalando: “nos pasó a todos”. La herida cicatriza de adentro hacia afuera. Una canción expresa una certeza: “Al final de la vida llegaremos con la herida convertida en cicatriz”.
Empecemos el 2025 con el ánimo dispuesto a renovarnos en la esperanza.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo