El acusado, José Luis Salinas, no tuvo más escapatoria que fruncir el seño y aceptar que él había matado a sangre fría a su empleador Ramón Molina, la mañana del sábado 11 de marzo de 2023. Lo esperaba sigiloso porque no encontraba lo que buscaba, la llave de la caja fuerte que contenía un dinero que él sabía muy bien que estaba allí.
Eran $130.000 que Molina había cobrado por el alquiler del taller metalúrgico colindante a su vivienda. Salinas sabía que su empleador no estaba en su vivienda y por eso entró escalando una pared trasera y ocultándose en el interior de la casa mientras hurgaba en cajones y rincones.
Cuando el jubilado de 82 años llegó a su casa para descansar, se encontró con la muerte, pero antes luchó. Al menos, alcanzó a arrojar la llave que tanto buscaba Salinas, la cual terminó debajo de una cama, en una habitación cercana.
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Este miércoles, cuando llegó el momento para Salinas, quien escuchó su condena de 23 años de prisión, se revelaron las últimas horas del jubilado y su momento final.
Crimen de Ramón Molina, la relevación del asesinato
Según la lectura de la sentencia, todo comenzó el 13 de marzo cuando "uno de los hijos descubrió el cuerpo" sin vida de Ramón Eduardo Molina, en su domicilio de La Legua. "Fue Daniel Eduardo Molina, quien llegó al domicilio de su progenitor con su bicicleta, tras cambiarse de ropa para empezar con su trabajo en el taller metalúrgico..encuentra a su padre sin vida".
El joven advirtió el faltante de algunas herramientas y descubrió una puerta abierta de la vivienda colindante al taller. Cuando ingresó "encontró a su padre boca abajo, con los pantalones bajos hasta la rodilla, y con un líquido alrededor del cuerpo color rojizo". En ese momento, el hijo pidió auxilio y fue socorrido por uno de los trabajadores (Leandro Martínez) que se encontraba en el taller al lado de la casa del jubilado.
El homicidio se produjo el sábado 11 de marzo cuando José Luis Salinas ingresó al domicilio de Molina "escalando una pared y violentando una puerta metálica de ingreso al domicilio, con claras intenciones de robo, buscando el dinero del alquiler del taller metalúrgica de $130.000".
Molina había llegado de la calle cuando se dirigió a su domicilio. Las cámaras de seguridad pudieron advertir todos sus movimientos. El hombre ingresó y fue atacado de inmediato por Salinas, recibiendo innumerables golpes en la cabeza". El sujeto no pudo obtener el dinero que iba a buscar ya que Molina alcanzó a arrojar las llaves de la caja de seguridad a otra habitación de la vivienda, por lo que Salinas no pudo hallarlas, ya que se ocultaban debajo de la cama.
Como su objetivo no fue cumplido, luego de matar al jubilado, Salinas se apoderó de herramientas, tarjetas y todos los elementos de valor que obtuvo a su paso. Además, se llevó un automóvil Renault Megan (propiedad de Ramón) cargó los elementos en el auto de la víctima.
Luego, Salinas intentó vender algunas piezas del auto, (aparece el testimonio de un hombre de apellido Oviedo, que compró una rueda de auxilio). Las cámaras del CISEM captaron todos los recorridos de Salinas en el auto de la víctima. No tenía escapatoria, pero sí logró escapar a Mendoza. Fue en vano, ya que sus maniobras en las tarjetas que aún no tenían denuncias, lo terminaron de ubicar en la vecina provincia.
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