Claro está que hemos tenido que transitar el conocimiento de las redes sociales para darnos cuenta y comprobar la cantidad de "pescado podrido" que hay y la infinita carga de noticias falsas premeditadas que se emiten. Mientras tanto hemos consumido todo con el mismo parámetro de valor, sin haber podido diferenciar lo bueno de lo malo, lo cierto de lo falso; lo ingenuo de lo hipócrita; hasta que la práctica nos obligó a marcar las diferencias y en esas diferencias aparecemos los periodistas.
No es lo mismo lo que se afirma con singular fruición desde el anonimato o perfiles falsos; que lo que se diga o informe desde un medio de comunicación responsable. El problema hoy está dado en que muchos de los que consumen noticias falsas desde las redes sociales, ni siquiera ocupan su tiempo en chequearlas en medios tradicionales; las consumen, las dan por ciertas, las comparten, las viralizan y punto. Después podremos venir nosotros los periodistas y los medios de comunicación a aclararlo, pero debo decir que cuando eso ocurre, muchas veces el daño ocasionado es irreparable y no siempre por no decir nunca; el que compartió la noticia falsa, después ocupe su tiempo en compartir una disculpa al respecto. El mejor ejemplo es el del caso de "la traffic blanca".
En cuanto grupo de wathsapp hubo a mano; aparecía el audio de una supuesta mamá escandalizada por lo que ella y su hija vivieron en la puerta de equis escuela donde inescrupulosos se llevaban niños y los cargaban en la movilidad que después del secuestro desaparecía sin que nadie más la viera. El audio se viralizó y todo aquél que lo compartía lo aseguraba de tal manera que no dejaba posibilidad alguna a que alguien se atreviera a cuestionarlo. No solo no se cuestionaba su veracidad, sino que se afirmaba con convicción. Después resultó, tras la investigación policial, que esa mamá que grabó el audio no había visto ni vivido nada y que "alguien" le comentó ese peligro: "Me dijo que le dijo la hija de una hermana, de la tia de mi vecina que cree que una traffic blanca se está llevando niños", en eso concluyó la investigación.
Vale decir que nunca apareció, ni nadie grabó, ni compartió un audio de esa mamá o de las cientos de mamás que lo aseveraron; pidiendo disculpas por el error, que generó pánico en todas las escuelas. Esa es la diferencia entre comunicar e informar con responsabilidad; en la primera está toda la población mundial con un teléfono celular en la mano, y en la segunda están los periodistas y los medios responsables.
Esto no quiere decir que los periodistas nos hayamos convertido en "creibles" sencillamente nos pone en consideración de la gente para que sean ustedes los que otorguen ese valor, como siempre fue.
Las redes sociales vinieron a conectar y a vincular al mundo entero, y ese es un hecho trascendental que sepultó para siempre las formas tradicionales de comunicación. Obligó también poner barbas en remojo a los editores responsables, a los periodistas y a la empresa periodística sobre lo que decide comunicar y cómo debe hacerlo sabiendo que lo que emita está siendo comparado con la verdad palpable; sin que medie ninguna argucia para tergiversarlo.
Hoy los periodistas también estamos llamados a reflexionar para estar a la altura de las exigencias del consumo de información y para tener siempre presente que la libertad de expresión no quiere decir que estamos avalados para expresar lo que se nos ocurra, la libertad de expresión conlleva la cualidad del cumplimiento de las obligaciones que la función merece y el claro conocimiento y fundamento de nuestras afirmaciones; eso no es otra cosa que responsabilidad.