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La importancia de hablar para enfrentar las emociones

Hay que aprender a no tener vergüenza ni culpa de expresarlas.

Las emociones son respuestas o reacciones fisiológicas de nuestro cuerpo ante cambios o estímulos que aparecen en nuestro entorno y en nosotros mismos. Tienen un papel fundamental en nuestra salud y el estrés, la ansiedad, la ira y la depresión, entre otras, pueden afectarla de manera significativa.

Según explicó el licenciado Luciano Grasso (M.P. 35.502), debemos comprender desde niños que nuestro “yo” no es sólo yo corporal, sino también psíquico. Tenemos cuerpo, pero también mente, emociones, pensamientos y conductas. “No creo que a las emociones podamos ‘educarlas’, pero sí aprender que debemos abordarlas, alojar nuestros sentires. Darles lugar a la satisfacción, al placer, a la alegría y, por qué no a la felicidad, pero también al dolor psíquico, al sufrimiento psíquico, al malestar emocional”, dijo.

“Hay algo que hemos aprendido desde niños en relación al cuerpo que les negamos a nuestras emociones. Y ya siendo adultos, sabemos más acerca de un dolor físico, nos es más sencillo identificarlo, compartirlo con alguien, acudir a una ayuda profesional para intentar resolverlo. Y, al demandar un tratamiento, es más probable que encontremos respuesta y que la aceptemos cuando se trata del dolor del cuerpo”, señaló.

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El psicólogo indicó que cuando nos encontramos con pensamientos, sentimientos o reacciones que nos producen malestar psíquico o sufrimiento mental, lo naturalizamos, lo negamos, o simplemente lo entendemos como algo que forma parte de nuestro vivir y aceptamos que nos acompañe en nuestra cotidianidad. Además, añadió que la negación y la proyección son dos mecanismos que nuestro aparato psíquico sabe usar.

No invisibilizar las emociones

Grasso dijo que invisibilizamos nuestras emociones, sobre todo si nos duelen y nos adaptamos a sobrellevar esas dolencias como un componente más de nuestra vida cotidiana. “Mientras negamos lo que sentimos, proyectamos en otros. Entonces la llamada inteligencia emocional podría pensarse como la capacidad de reconocerme, de registrarme emocionalmente. Cuál es la carga de afecto que me vincula conmigo mismo y con el mundo”.

“La salud mental no se enseña. Ahora, creo que desde la niñez tenemos que educar en el reconocimiento y la libidinización no sólo de nuestro cuerpo sino de nuestra salud mental. Aprender a tocarla también, a mimarla, a encontrar sus puntos de satisfacción y sus dolores. Poder percibir qué me está pasando, cómo me estoy sintiendo, identificar ese sufrimiento como tal, y al hacerlo, poder hacer aliviarlo. Para eso, también debemos aprender a no esconder las emociones, a animarnos a revelarlas, y ¿por qué no?, a contarlas”, indicó.

El psicólogo señaló que hay que aprender a no tener vergüenza ni culpa y comentó: “Nos enseñaron que hay que bancarse el dolor emocional, que hay que ser fuertes. Hay que deconstruir ese mandato. Sin poder hablar de lo que les pasa, a los niños y los adolescentes les queda el sufrimiento vivido, y que es desconocido por quienes los rodean, que hubiesen podido ayudar si lo hubiesen sabido”.

Luego, explicó que a la inteligencia emocional podemos pensarla como la construcción de un aparato psíquico con conciencia de realidad y con conciencia moral. “Ahí podemos encontrar algo del orden de la inteligencia, entendiéndola como capacidad de resolver conflictos, de alcanzar situaciones de satisfacción. Resolver los problemas que te presenta la vida día a día, tomar decisiones, desde levantarse a la mañana, poder elegir un rumbo, ordenar las actividades, aceptar o rechazar una propuesta, poder decir que no, poder decir que sí. Poder decir”.

Cómo entender si un adolescente no puede lograr bienestar emocional

Grasso dijo que marcaría tres esferas:

  • poder estar bien con uno mismo
  • lograr tener vínculos y amistades sanas
  • tener la capacidad de producir algo con y para la comunidad, en el sentido amplio pero también micro, mi propia comunidad.

“La inteligencia aquí seria conocernos a nosotros mismos y reconocer el mundo en el que habitamos. Y cómo afronto los conflictos que ese mundo me presenta”, remató.

Es importante acompañar a los adolescentes cuando no se sienten bien. (Foto: Adobe Stock)

“Cuando digo que me cuesta comprender la idea de las emociones siendo educadas, me refiero a que cada quien, desde su propia singularidad, podrá encontrar su modo de ser competente emocionalmente. Pero también la evidencia nos muestra que, de alguna manera, los adolescentes pueden tener competencias emocionales si pueden desarrollar la capacidad de resiliencia, la capacidad de contenerse, de contener al otro, de ponerse en el lugar del otro, de empatizar. Poder comprender nuestras emociones y regularlas y tener habilidades sociales, es decir, reconocer también las emociones en los demás”, señaló.

En tanto, el psicólogo indicó que en la salud pública se habla de diferentes formas de prevención y la primera es la universal e inespecífica. “¿Qué prevenimos? El sufrimiento intenso que puede provocar síntomas clínicos psicológicos o reacciones que generen sufrimiento en otros, como las manifestaciones violentas. Podemos prevenir promoviendo competencias para minimizar la vulnerabilidad al sufrimiento. Pero no hay una receta”, dijo.

FUENTE: TN