Desde el 27 de septiembre se detectaron más de 140 temblores de magnitudes que van entre el 1,4 a 4,3 bajo el lago Saltón, al sur de California. Los expertos temen que este "enjambre sísmico" produzca un efecto contagio que consiga despertar a la peligrosa falla de San Andrés, que atraviesa el estado de norte a sur.
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Los temblores se registraron a una profundidad de 4 a 9 kilómetros cerca de un conjunto fallas de desgarre que conecta el extremo sur de la falla de San Andrés con la falla Imperial. Algunas de estas fallas están orientadas de tal manera que "estresan" a San Andrés y al sistema de fallas de San Jacinto cuando se rompen en pequeños sismos como los que han tenido lugar esta semana.
De acuerdo con el Servicio Geológico de los Estados Unidos, el riesgo de un gran terremoto (el temido "Big One") entre el 27 de septiembre y el 4 de octubre podría ser tan alto como 1 entre 100 opciones, y tan bajo como 1 opción entre 3.000. Sin embargo, la probabilidad de un desastre de este tipo disminuye con el paso del tiempo.
¿Qué es un Big One? Los sismólogos hablan de un terremoto de magnitud 7 o superior que podría agitar el sur de California durante más de dos minutos. Afectaría especialmente a los valles de Coachella y Antelopee, así como al área de Inland Empire; pero podría impactar también en Los Ángeles.
Un desastre natural de esta magnitud dejaría más de 1.800 muertos y 50.000 heridos, y provocaría daños superiores a 200.000 millones de dólares. La última vez que la falla de San Andrés generó un sacudida así en el sur de California fue en 1857, con un terremoto de magnitud 7.9 en la escala de Ritcher.
Desde entonces la falla ha estado tranquila, pero acumulando tensión sin descanso. Según Thomas Jordan, director del Centro Sísmico del Sur de California, San Andrés está "cargada y lista para temblar".