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San Juan 8 > A un click > RCP

Con una terapia alternativa descubrió que había sido abusada cuando era una nena

María del Carmen Carbi, era una niña, cuando fue rescatada de una pileta, le practicaron RCP y volvió a la vida cuando era una nena. Padecía vómitos cíclicos hasta que ya adulta supo una dolorosa.

María Del Carmen Carbi, apodada Maca o Maquita, hizo un cambio de 180 grados a sus 51 años, momento en el que sintió en que volvió a nacer, por tercera vez. La primera fue un 6 de agosto, fecha de su cumpleaños, y la segunda cuando tenía 3 y la resucitaron con RCP tras permanecer ahogada unos minutos en una pileta. La última y más reveladora fue cuando, ya siendo madre de tres hijos y luego de divorciarse dos veces, descubrió que había sido víctima de abuso infantil desde que era una bebé hasta los 7. Durante media vida estuvo buscando terapias que sanaran su dolor, y transitó 100 especialidades diferentes, una amplia experiencia que le brindó contacto con muchos profesionales de la salud, y la capitalizó con un proyecto que se centra en estar al servicio del bienestar humano.

Recién llegada a Buzios, después de pasar algunos días en la Argentina, su tierra natal, y de celebrar los 100 años de su mamá en un evento cargado de emociones, cuenta lo que pasó. Desde octubre de 2020 se instaló en Brasil, se considera nómada, y asegura que sus únicas pertenencias son seis valijas. Las metáforas y los simbolismos del paso por la vida, están presentes desde los primeros minutos de la charla. Cuenta que hay varias profesiones que convivieron en su formación profesional: es navegante a vela, fue decoradora de interiores cuando trabajó en una galería de arte, y pasados sus 30 estudió una licenciatura en Marketing y se graduó en tiempo récord.

“La carrera duraba cinco años, y yo la hice en tres, me recibí con honores, y después me contrató Kodak como categoría delfín, venía de una racha donde lo más importante era ser la número uno”, confiesa sobre la manera en que concebía su existencia por ese entonces. En la actualidad lo ve con una perspectiva totalmente distinta. “Ya hace más de dos años que levanté anclas y estoy entregada a donde me lleve la vocación, y creo que eso fue una gran escuela la navegación, porque en la vela uno tiene que adaptarse a la fuerza de la naturaleza, amigarse con ella y entregarse, porque podés tener un rumbo, pero tenés que saber danzar, confiar y no oponer resistencia, porque en cuanto querés imponerte, es tanto o más poderosa que vos, con solo soplar un poco más fuerte o con una ola más grande; y eso para mí es la vida: confiar, entregarse y saberse nada más que que un fractal dentro de este universo multidimensional en el que estamos todos unidos”, sintetiza.

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Considera que todo lo que pasó antes del día en que supo que había sido víctima de abuso, eran síntomas de todas las heridas emocionales que había acumulado. Desde los 3 a los 7 años sufrió vómitos cíclicos que solo frenaban cuando la llevaban al hospital y le ponían suero. Le hicieron estudios neurológicos y le dijeron a sus padres que no era nada físico ni biológico. “Empecé un tratamiento con un psicólogo y un psiquiatra, que me ayudó a discernir que mi mente tenía un mecanismo de defensa, que interpretaba que devolviendo volvía a la vida; entonces cuando mi psiquis identificaba una situación de estrés o de muerte, metafóricamente hablando, se defendía vomitando”, explica. Una vez que tomó consciencia, la condición paró, hasta sus 19 años, con una recaída, y dos décadas después cuando quedó embarazada de su primera hija.

Su salud siempre había sido frágil, y en búsqueda de sentirse mejor, fue aprendiendo sobre diferentes terapias, algunas alternativas y otras tradicionales. “A los 51 años, en una sesión de constelaciones familiares, vi en forma clara la forma en que un ser muy querido y allegado mío estaba siendo violado; y el impacto fue grande que no pude ni verbalizarlo, no dije nada, y lo guardé dentro mío durante dos años más”, rememora con la voz entrecortada. Y continúa: “Hasta que un día me animé a preguntarle a quien yo vi que estaba siendo abusada, y me confirmó que había sucedido, tal como lo había visto, pero no solo eso, sino que ahí me reveló que yo también había sido abusada de bebé por la misma persona: desde mis 10 meses de vida hasta casi mis 7 años”.

De golpe, todo lo que había vivido cobró sentido, y pudo deducir sorprendentes coincidencias. “Entendí que los vómitos habían cesado cuando yo tenía 7 porque mi abusador se había ido a vivir otro país, que a los 19 habían regresado porque ese año yo fui de vacaciones a la casa de mi abusador, con un novio de ese entonces; y que cuando me volvieron en el embarazo de mi hija Rocío, representaban el temor de que a ella le pudiera pasar lo mismo que a mí”, relata. Comenzó lo que Maca denomina “el gran salto cuántico”, e incluyó un proceso de transformación donde todavía restaban más capítulos en la búsqueda personal de sentirse mejor.

“Pasó el tiempo antes de que yo pudiera hablar, porque primero lo descubrí y lo hablé en mi entorno familiar, pero dos años después el cuerpo me siguió gritando. Después de haber podido hablar con con la persona que había abusado de mí, donde establecí límites muy claros de distancia, de cómo iba a ser nuestra relación desde ese momento en adelante, y realmente sentía que levitaba, que ahora sí andaba liviana por la vida”, rememora. Creyó que había encontrado una manera de vivir con más libertad, y se cuestionaba cómo podía ser que haya luchado sin darse cuenta durante medio siglo con un trauma que parecía invisible.

Siempre disfrutó de bailar, escuchar música, pero de pronto, sin previo aviso, la empezó a invadir la sensación de “tener los pies trabados”. Tenía miedo a caerse, y mucha debilidad muscular. “Nunca me había quebrado ni una uña en la vida, no me daba cuenta de lo que me pasaba, estaba siempre distraída con el trabajo, con el estudio, algo que agradezco un montón porque me formaron, pero eso me mantenía total y absolutamente distraída, mirando para otro lado”, sostiene. Un día, caminando por Avenida Rivadavia y Paraná, se quebró el pie. “Así de la nada, pero no por una baldosa floja ni por un taco, fue una doble factura de quinto metatarsiano que me tuvo fuera de circulación 45 días sin poder apoyarlo horizontal, y fue ahí que se fue destapando todo de nuevo”, recuerda.

Pasó por 15 operaciones con anestesia total, por otra condición de salud. “Tengo 10 intervenciones de riñón. Mientras estaba embarazada de mi segundo hijo supe que tenía medio riñón izquierdo tomado por cálculos, porque yo generaba un tipo de cálculo coraliforme que es asintomático, nunca tuve ningún dolor, pero solo pude dar de mamar seis meses, y a partir de ahí empecé con una serie de litotricias, que siempre son con anestesia total para achicarlos lo máximo que podían”, comenta. Se hizo controles, primero cada seis meses y luego cada año, pero en 2010 salió un resultado en la radiografía que alarmó a su médico.

“Cuando llegué ya había pedido el quirófano en el Hospital Alemán, me hicieron el prequirúrgico y ya al día siguiente me operaron durante cuatro horas, 15 días internada, y me tuvieron que hacer una segunda cirugía porque tenía todo el riñón izquierdo tomado y todo el uréter no me estaba funcionando, me tenían que sacar un riñón”, remata. Esa fue la seguidilla más grave que tuvo, junto con un diagnóstico de prolapso precoz que explicaba las infecciones urinarias que había tenido desde hacía varios años.

Después de la quebradura de pie, en paralelo empezó a hacerse estudios por los dolores corporales, ya que sus doctores querían abordar la posibilidad de que fuese un principio de esclerosis múltiple. “Ahí supe algo sobre el abuso infantil, un dato que está avalado por UNICEF, que un tercio de la población que tiene esclerosis pasó por abuso infantil, es decir que hay mutaciones genéticas que surgen como consecuencia de esto después de los 40 años, porque es algo que te queda grabado en tus células, en tu cuerpo, en tus órganos”, sentencia. Y agrega otras dolorosas cifras: “Una de cada tres niñas menores de 18 años es abusada, y uno de cada cinco varones es abusado, y las consecuencias físico, psíquicas y emocionales de estas personas, que son mucho más que esas, porque mi caso no aparece en esas estadísticas, aumentan las probabilidades de adicciones, alcoholismo, de cáncer, en más de 12 veces; y una de cada dos intenta suicidarse a lo largo de su vida”.

Al analizar la evolución de sus cuadros médicos, siente que no supo lo que era estar sana hasta pasados los 50, y cree que fue de vital importancia continuar con las sesiones terapéuticas que la ayudaran a dar otro salto. “Por más que hace 30 años que hago yoga, y que siempre fui de alma deportista. Físicamente hablando sufría, y entre muchas de las cosas, hice constelaciones con caballos, que se consideran los animales de vibración energético más alto y de identificación con nuestra alma de manera más rápida, y ellos representaron en cinco minutos lo que me había pasado y lo que tenía que hacer”, revela sobre el día en que volvió a llorar porque supo cuál era el siguiente paso. “Apareció gráficamente, y la psicóloga que dirigía, una de las facilitadoras, me abrazó y me dijo la que fue una de las grandes lecciones de mi vida: ‘El enojo y el resentimiento atan, y si vos querés liberarte del pasado y seguir avanzando en la vida, es imprescindible perdonar’”.

Aclara que fue a colegio de monjas, que era católica practicante, pero que siempre tomó a la religión como “una función utilitaria para momentos de tormenta”, y aunque le fue muy útil en instancias de desesperación, llegó a la conclusión de que no era la única forma de espiritualidad que contemplaba para su vida. “El significado que le doy al perdón, no es el de que hay alguien superior a uno que juzga y dice lo que está bien o lo que está mal, sino más bien del concepto de ‘el perdón radical’, del libro de Collin Tipping, porque creo en las responsabilidades, que son inescindibles de cada persona, y entiendo que lo más importante es descubrir el para qué suceden las cosas y no el por qué”, remarca.

Todos los recuerdos anteriores a los siete años, asegura que los tenía “completamente borrados”. No había ni un atisbo de sus primera infancia, ni siquiera junto a su madre, su padre, sus cinco hermanos o algún detalle de su casa. Y desde que supo lo que había pasado, muy de a poco fue recuperando con relatos familiares algunas escenas de aquella etapa. “Se me corrió de golpe el telón de la vida y ahí entendí que todo lo que me había pasado y toda mi formación eran una consecuencia de todo eso, y sentí que tengo una misión muy concreta, que fui formada para eso, que estoy para acompañar y poner al servicio de otras personas, para que también consigan correr el velo y tener una vida más plena y feliz”, celebra.

Para encaminarse hacia el concepto de “ser ingeniera de puentes humanos”, tuvo que volver a tocar fondo. “Lo digo y me emociono de nuevo, porque hace 2 años estaba totalmente decidida a vivir en la plaza si era necesario, siempre y cuando no dejara este camino, y al día de hoy todavía no tengo ingresos fijos, sé que van a llegar, pero no quiero hacer otra cosa, no quiero desviarme más, porque creo que estuve desviada casi toda mi vida y ahora que sé lo que vine a hacer, no quiero otra cosa, así me toque vivir en la plaza”, confiesa. Creyente en las leyes del universo, está convencida de que cuando realmente se sueltan las expectativas y el control aparente de las cosa, “todo es dado”, y el circuito de retroalimentación empieza a manifestarse.

Las decisiones no fueron fáciles. “Se dieron otras cuestiones, porque yo avanzaba en mi camino personal, pero cada día me sentía más sapo de otro pozo. Siento que es un don poder comunicar desde el corazón con las personas, y yo a dónde vaya, enseguida me conecto, cualquier lugar es mi casa, porque siento que la casa de verdad está adentro de uno”, cuenta sobre lo que le sucedía antes de que estallara la pandemia de coronavirus. “En Argentina yo tenía muchísimos amigos, por los distintos ámbitos en los que me moví toda la vida, no solo la náutica, la ópera, las empresas multinacionales, el arte, mis amigas del colegio que las seguía manteniendo, de la facultades, pero lo que estaba pasando dentro mío, esa ebullición del llamado al servicio, no la veía compatible ni la podía transmitir del todo”, argumenta.

"Todo está conectado, y a raíz de mi descubrimiento personal entendí mucho de mi vida, mi muerte a mis tres años ahogada, mis dos divorcios, mi salud, todo tenía un para qué", sostiene

Se amparó en su enorme capacidad de adaptación, en la resiliencia, y dio los primeros pasos hacia lo que define como “una vida consciente”. Devoradora de libros, y más aún cuando una temática la apasiona, aprendió sobre decodificación biológica y física cuántica. “Se demostró que somos más de 99% energía, y yo trato de cuidar mi energía y no contaminarla, de reunirme con personas que vibremos en un mismo lenguaje, en una mima sintonía, y así también me responde la vida, con algunas que van quedando atrás, y esas primeras decisiones de separarse y dejarlas atrás son duras”, enfatiza. Hay luchas internas, falta de comprensión del afuera, y una pugna por la libertad de ser genuino.

“Hace muchos años no tengo televisión ni tampoco redes sociales personales, porque considero que a mí no me suman energéticamente. Lo más importante es el respeto, el amor, y la lealtad a uno mismo, que solo cuando las tenés, esas mismas palabras podés aplicarlas hacia los demás. La base está en uno y es una enormísima responsabilidad ser consciente de eso, y cuidarnos, porque solo así uno adquiere su libertad, y yo me siento libre, y da un vértigo tremendo por momentos, porque cuando sos libre no tenés nadie más a quién responsabilizar ni culpar por lo que te pasa”, dice con seriedad. Y señala: “Muchos consciente o inconscientemente sacrifican esa libertad, sabiendo que todos tenemos la potencialidad de serlo, justamente por no perder la excusa de por qué hago o no hago las cosas”.

Esa forma de pensar y sentir es la que lleva a elegir no focalizar en el “castigo de su abusador”, y la búsqueda de trascender esas emociones negativas. “Lo importante es tomar conocimiento, sé que se han descubierto muchas consecuencias físicas, y que más allá de lo tecnológico que nos brinda herramientas, la ciencia también avanzó, y solo hace falta saber que hay maneras de sanar, que las soluciones existen, y que con ayuda se sale adelante”, proyecta, y pone su propia experiencia como ejemplo. Hace más de siete años que Maca no tiene un resfrío, algo que la sorprendió después de cinco décadas padeciendo diferentes dolencias.

“Pienso que el cuerpo siempre habla y todo lo que nos sucede en la vida nos está diciendo algo, todo sin excepción, entonces eso que a mí y a todo el mundo nos parecía meganormal, que era enfermarme todo el tiempo, si yo hubiera tenido una centésima parte de la información que tengo ahora, hubiera tenido una mejor de calidad de vida, y fueron muchos años que fui haciendo un montón de tratamientos, caminando por distintos procesos, los cuales algunos realmente me hicieron muchísimo bien, otros tal vez no tanto, pero le doy valor y espacio a todos, porque no creo que haya ninguno mejor ni peor que otro, sino que cada uno es adecuado para cada persona en el período y proceso en el que esté”, expresa.

“Es tan fácil, tan improductivo y tan nocivo hablar de lo que hace mal el otro, en lugar de hacer una cosa bien por día, en todos los aspectos, el dar y el recibir es permanente: si uno solo recibe y no da, el círculo se corta, y para qué venimos a este mundo sino es para aportar algo para para la humanidad, sino hacemos nada por el prójimo, ¿para qué vivimos? ¿Para acumular cosas que no nos vamos a poder llevar a ningún lado?”, cuestiona. Esas preguntas la llevaron a fundar su primer proyecto, al que llamó “Kintsu” -palabra en japonés que refiere a la filosofía de reconstruirse a través de las adversidades, y la traducción refiere al arte de reparar con oro, generando una suerte de parche dorado que nos hace más fuertes-, y se trataba de una plataforma virtual orientada al bienestar físico y emocional, pero ya no está en funcionamiento porque se concentró en una versión más actualizada y con diferencias a aquella primera experiencia, y lo llamó En-Conexión.

“El Google de la salud y la bienestar”

Cuando sintió que se acercó a la paz que tanto anhelaba, y en medio de la cuarentena por la pandemia de Covid-19, empezó a subir a su canal de YouTube -@enconexión.oficional- charlas breves con distintos profesionales de la salud que la habían ayudado en su proceso. “Si tanta cosa me ha hecho tanto bien a mí, pensé en compartirlo, y al principio fueron exclusivamente con personas con las que yo había tenido experiencias positiva y de éxito, pero después se fue expandiendo a personas que fui descubriendo por las redes, hasta llegar a una conexión mix, porque invité a profesionales de distintas áreas para hablar sobre un tema en común y hacer como una mesa redonda”, cuenta. Y añade: “En definitiva es eso nuestra vida, no existe un único camino ni un solo médico, porque para vivir necesitás de entrada un pediatra, después un clínico, también un odontólogo porque tenés dientes, y somos una entidad integrada que de manera combinada para mi se resuelven de una forma más profunda y hasta mucho más rápida”.

"Hoy me considero especialista en crear distintos medios para que las personas que están buscando información para mejorar su calidad de vida, puedan hacerlo, acercarnos unos a otros y así construir un mundo mejor", asegura María del Carmen Carbi

Ese fue el puntapié y la semilla de lo que se convirtió en lo que define como “el primer buscador inteligente de especialistas en terapias y medicinas de todo el mundo”. Enseguida, con humor aclara: “Yo no soy Bill Gates, no tengo dinero para poner en cantidad, que ojalá lo produzcamos y podamos ponerlo para crecer en la medida que lo está pidiendo el proyecto, pero eso solo va a ocurrir cuando cada uno haga su parte, por más ínfima que crea, porque el océano está formado de gotas”. La idea nació con la misión de expandir la salud y el bienestar de las personas sin importar dónde estén, brindándoles, de manera gratuita, acceso a una amplia variedad de especialistas que pueden ayudar a mejorar su calidad de vida.

“Hoy puedo decir que lo que me sucedió quedó en el pasado. Pasado que abrazo y honro, porque gracias a él, a la búsqueda por mi propia sanación y al haber atravesado más de 100 terapias, gané el don de crear conexiones entre personas que se necesitaban y no se conocían”, sostiene con mucha satisfacción. “Lo que rescato es que estamos saliendo de Latinoamérica para el mundo, cuando generalmente todas las cosas vienen de arriba para abajo, y me siento muy feliz y muy orgullosa de ser latinoamericana y de estar liderando esto para el resto del mundo”, dice con orgullo.

Sobre cómo funciona, explica que hay que ingresar al link del sitio web para empezar a navegar, y los consultantes no necesitan ni siquiera crearse un usuario. “Para poder calificar y ver las opiniones sobre los profesionales, los invitamos a que se suscriban, y lo único que tienen que hacer para eso es poner su nombre, su mail y dónde están, porque tenemos el servicio de geolocalización”, detalla. Se puede explorar por criterios, por ejemplo, tópicos como “ansiedad”, “depresión”, “bullying”, y el buscador arroja las distintas terapias que pueden ser de ayuda, y un listado de los profesionales de esas disciplinas, con dos agregados de valor: figuran primero lo que estén más cercanos al lugar desde donde se realizó la búsqueda, y que estén mejor calificados.

“Para poder calificar y ver las opiniones sobre los profesionales los invitamos a que se suscriban, y lo único que tienen que poner es su nombre, su mail y dónde están, y es muy importante la participación de la gente, porque eso es lo que mantiene la calidad de la plataforma, siempre nivelando hacia arriba y no hacia abajo: los profesionales mejor calificados son los que aparecen primeros en las búsquedas, y los que no lo son, van a esmerarse para aparecer ahí”, indica. Para preservar situaciones de vulnerabilidad, no hay un intercambio público entre los consultantes y los profesionales. “Las personas pueden enviarle una consulta o un mensaje en forma directa a cualquier profesional que esté en la plataforma, lo reciben en su mail y después el profesional les responde y comienza el intercambio entre ambos; nosotros no intervenimos en eso, lo que sí hacemos es facilitar, organizar la información que existe y también los datos adicionales que el profesional quiera compartir, para que la encuentren de una manera más fácil, rápida, segura y confiable”.

Para demostrar de manera concreta cómo sería el proceso sin el uso de la plataforma, explica: “Si se busca información sobre constelaciones familiares en Internet, va a haber miles de páginas para leer, sin una jerarquía clara, y si quisieras saber cuál está cerca de tu domicilio tampoco hay forma rápida de encontrarlo; y si encontrás alguien que te parece que es prestigioso, tenés que cambiar la búsqueda y buscar su perfil, sus redes sociales; todo eso está reunido y de manera organizada en En-Conexión; hasta las publicaciones y los próximos eventos de cada uno de esos profesionales”.

“Yo veo esta página web como ‘el Google de la salud y del bienestar’, o al menos creo que va a llegar a eso, porque nació solo para crecer y las posibilidades son infinitas, sobre todo teniendo en cuenta que puede llegar a todos los habitantes que existen en el planeta, que estén en la búsqueda de mejorar su calidad de vida, y cuya única condición es tener acceso a Internet”, asegura. Sobre la gratuidad del uso, cuenta que también los profesionales pueden usarla sin inversión monetaria. Pero también admite que el aporte a voluntad es más que necesario para que el servicio pueda existir. “Existe una opción colaborativa, que es total y absolutamente simbólica, porque es equivalente a lo que sale un café con medialunas, y es súper necesaria para poder expandirnos”, reconoce.

“Yo podré poner mi vida al servicio y estar dispuesta a irme a vivir a la plaza, pero también hay un equipo de programadores y de marketing, que me han ayudado mucho, y como todos, necesitamos dinero para comer, vestirnos, y tener un techo”, dice con honestidad. En este sentido, entabla las diferencias con el proyecto anterior, Kintsu, donde los profesionales debían pasar por un riguroso procedimiento de selección. “Teníamos personas de recursos humanos y habíamos desarrollado un proceso con un grupo enorme de distintas especialidades, y debían que completar un montón de cosas, presentar todos los títulos universitarios que tuvieran, firmábamos alianzas con asociaciones de profesionales de distintas partes del mundo que nos daban instrucciones sobre qué entidades eran serias y cuáles no, y debían haber salido de alguna institución reconocida y tener tres años de ejercicio de aprobación comprobables, o cinco si la entidad no era tan buena”, describe.

El sistema de valoración que aplican en En-Conexión es otro, y se apoya en una visión más integral de qué hace a alguien un experto o una voz autorizada. “Me pasó que conocí profesionales maravillosas como Cote Junemann, que son personas sabias que quizá no fueron ni a la escuela, pero en compensación pasaron 15 años con los indígenas en el Amazonas y le preguntás de cualquier cosa y te hablan, porque el Google lo tienen en la cabeza; son como guías que te hablan a través en el idioma que vos podés hablar, al nivel que vos puedas entender, y considero que también son valiosos esos aportes, pero todas esas personas no podían entrar en Kintsu ,porque no tenían un título un papel que los certificara”, manifiesta.

Con todos los cambios que aplicaron, nació este nuevo buscador, que pronto contará con otra interfaz renovada, porque hay una continua optimización de los recursos y la incorporación de inteligencia artificial hizo una gran diferencia. “Hoy hay unos 460 profesionales y está teniendo una 10.000 visitas diarias, pero sin hacer publicidad porque no hay fondos para eso, y aún así hemos recibido consultas desde Noruega; cada vez que llega una cosa así lo celebro porque es una prueba de la necesidad que hay”, confiesa. Sueña con que exista más inversión, y que aparezcan “jugadores de fórmula uno” para que funcione como en las grandes ligas.

Para quien desee sumarse al proyecto, asegura que las puertas están abiertas de par en par, pero hay una condición importante: “De todas las habilidades y actitudes profesionales que pueda tener algún programador, inversionista, o profesional, por sobre todas las cosas la vocación de dejar una huella por el bien de la humanidad, de mejorar el mundo, es excluyente”. Luego de generar ingresos suficientes, y más adelante ganancias, le gustaría generar un fondo para ayudar a pagar los tratamientos de las víctimas de abuso infantil que no tengan los medios económicos.

“Creo que es un mal mayúsculo y no se soluciona con el castigo solamente, se soluciona sanando y este camino espiritual hoy es el pilar que me sostiene, y el que me mantiene firme en mi propósito de vida, de poner al servicio a la mayor cantidad de gente posible, con el objetivo de inspirar y para mí es un círculo virtuoso que solo se expande”, concluye.

Fuente: Infobae